Paulo Freire observa que "cualquiera que sea la situación en la cual algunos hombres prohiban a otros que sean sujetos de su búsqueda, se instaura como una situación violenta. No importan los medios utilizados para esta prohibición. Hacerlos objetos es enajenarlos de sus decisiones, que son transferidas a otro u otros.
"Sin embargo, este movimiento de búsqueda sólo se justifica en la medida en que se dirige al ser más, a la humanización de los hombres." (Pedagogía del oprimido, Siglo XXI, México, 1981, p. 94) Lo que tampoco significa, añadiría yo, que alguien tenga derecho a impedirle a otro emprender la búsqueda, aunque sea falsa, deshumanizante (a menos que el que prohibe sea, por ejemplo, el padre de un niño que prohibe no para imponer su poder, sino para evitar que se dañe, ejerciendo una tutela benéfica; esto también hasta cierto punto).
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