martes, 11 de agosto de 2009

Una buena definición de humano

El ser humano no es un animal racional, sino sólo capaz de razonar.
Jonathan Swift

lunes, 10 de agosto de 2009

La religión, un ridículo compartido

La película Religulous (2008, traducida como Reli¿qué?) es simplemente genial. Bill Maher hace lo que Sócrates: conversar con la gente, preguntándole cosas de sus propias creencias usando la razón. No tardan muchos segundos en caer en las contradicciones o francas mentiras. Y es que, en efecto, las religiones y creencias esotéricas en general se blindan contra la inteligencia, pero ella es siempre más fuerte.
Ahí está la evidencia de las mentiras, sólo hay que querer verla. Moralmente, las religiones son misóginas, homofóbicas, racistas, genocidas, y los líderes religiosos enriquecidos, del mismo modo que los que ocupan cargos públicos. Todos ellos viven de engañar y someter a la gente. Históricamente, las religiones se copian mutuamente desde hace miles de años, no tienen nada de original, más que la combinación que hacen. Racionalmente, dicen cosas estúpidas, como la resurrección, el embarazo de una virgen, las razas superiores y pueblos elegidos, animales parlantes, caballos voladores, voces del cielo...
No tiene favoritismos, lo mismo cristianismo, judaísmo, islam, panteísmos, creencias en aliens. Es una película muy graciosa, extremadamente en ocasiones. Sin duda la combinación religión-ridículo del título en inglés es afortunada, pues los entrevistados son los mejores cómicos que he visto.
Pero el lado oscuro es insoslayable. Maher subraya la responsabilidad que tienen todos los creyentes, y no sólo los líderes corruptos. Incluso quienes creen a medias. Dice que del mismo modo que uno debe salirse de un partido político racista, uno debe salirse de las religiones, pues todas tienen mucha sangre y mentiras arrastrando. Ellas, en efecto, siempre relacionadas "casualmente" con políticos y hombres poderosos, son causantes de la destrucción que vive el planeta y sus habitantes. No podemos seguir apoyándolos. Es más, es urgente y necesario enfrentarlos.

miércoles, 5 de agosto de 2009

El ladrón de orquídeas (Adaptation) y el problema de escribir

Esta película cuenta la historia de un guionista (Charlie Kaufman —quien en la vida real es un importante guionista—, Nicholas Cage) que no sabe cómo adaptar un libro al cine. La novela se llama justamente El ladrón de orquídeas, y narra la experiencia de una reportera (Susan Orlean, Meryl Streep) que investiga el robo de orquídeas y termina fascinada con el ladrón (John Laroche, Chris Cooper), un patán que en su novela es retratado como un sabio filósofo que le revela a Susan el sentido de la existencia. Charlie es tímido y está acomplejado, se enamora de todas las mujeres y con ninguna tiene éxito. Es el inverso de su hermano gemelo Donald. Su hermano lo convence de seguir a Susan para averiguar más de su vida y descubren que es amante de Laroche y es adicta a una droga exótica que él le da. Charlie a su vez es descubierto mientras ellos tenían sexo y es perseguido a balazos por Susan, quien está dispuesta a matarlo con tal de que nadie se entere de esa parte de su vida. Se oculta con su hermano en el pantano, Laroche muere mordido por un cocodrilo y Donald muere por un balazo. Todo se aclara con la policía. Finalmente, Charlie se atreve a besar a una chica de la que está enamorado pero a la que nunca le dijo nada y, aunque ella tiene novio, le corresponde en los sentimientos. La cinta termina en que Charlie sabe cómo hacer la adaptación: hablará de sí mismo, de cómo se siente feliz porque es correspondido.
Lo que me pareció más interesante de esta película es que refleja el problema literario de sobre qué escribir. Charlie no sabe cómo hacer la adaptación. Está fascinado con la historia y con la autora, de quien se enamora platónicamente, sin conocerla. No sabe cómo empezar. En una conferencia sobre guionismo, el conferencista (Robert McKee, Brian Cox), dice que un guionista no debe hacerle perder el tiempo al espectador, sino que debe contar grandes historias que emocionen a la gente. Charlie dice que él no sabe qué contar, porque a él no le pasa nada grandioso y las cosas grandiosas casi no pasan en la vida real. McKee le dice que sí pasan. Hay guerras, traiciones, miseria, amor, cosas grandiosas y reales sobre las cuales escribir. Pero Charlie siente eso lejano de cualquier modo. Siente que escribir de eso es muy artificial y trillado, y por otro lado, tampoco le ve caso escribir de su existencia gris y frustrada ni evadirse inventándose una vida que no tiene nada que ver con la suya.
La novela de El ladrón de orquídeas cobra vida en la persecución que termina en dos muertes y en la ruina de la imagen de Susan Orlean como escritora brillante y sensible, pues es sólo una ambiciosa de doble moral. Esta película humaniza al escritor, encarnado en Charlie Kaufman, su hermano Donald (quien escribe novela policiaca), y en Susan. Ninguno de los tres es el gran genio en el sentido tradicional. Charlie no sabe cómo escribir ni cómo vivir, Donald sólo está a la caza de anécdotas originales y vacías, y Susan escribió un best-seller y es una farsante. Sin duda, me quedo con Charlie, quien al no tener una gran historia qué contar, nos cuenta su historia, profundamente humana y sincera, pues la literatura no consiste en realidad en contar historias emocionantes que nos hagan sentir que vivimos una aventura exótica y extrema y que nuestra vida se ha solucionado, o no tan sólo en eso. La literatura (y, en este caso, el cine también, arte en el que es aún más difícil encontrar reflexiones sobre el mismo quehacer de autor y espectador pues la inversión económica está centrada en entretener al pueblo), para Charlie Kaufman y para muchos artistas contemporáneos, es un espejo de lo que el ser humano es realmente, sin grandeza ni perfección, o con la grandeza de su sencillez y sus debilidades que, finalmente, conducen a la conciencia y al enfrentamiento de la vida misma.