jueves, 22 de noviembre de 2012

Asesores fascistoides

Asesores de tesis (y profesores) fascistas que practican interrogatorios en lugar de diálogos, que imponen formas de pensar en lugar de enseñarlas y aprender de otras, que se conciben a sí mismos como instrumentos de las instituciones y del sistema, al que le vendieron su vida a cambio de dinero, prestigio y poder, y no conciben que haya personas en una universidad que no hagan lo mismo.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Deleite en soledad

"la música más elevada es la que mejor se estima cuando estamos exclusivamente solos"

E.A. Poe

sábado, 6 de octubre de 2012

Guitarra

Guitarra

I

Un día te toco
Y danzas con las cuerdas de mi alma
No importa que hayan pasado siglos
Tu resonancia fluye en mi vacío
Agua que nace de las rocas
Madera que trae al bosque




II


Tocar
entre lo audible
y lo inaudible

Andar
entre el fuego y el viento rápido
y el adormecimiento

Sentir
entre la agilidad, la nota precisa y rica
y la torpeza de un simio conmovido

Soltar
y tomar
a la guitarra con los brazos y las piernas


Abraham Sánchez Guevara

domingo, 5 de agosto de 2012

Crítica al mesianismo intelectual de izquierda

"La pregunta no es ¿qué puedo darles?, sino ¿legitimamos esas espectativas? ¿Qué es lo que esa expectativa les dice a ellos mismos?"

Slavoj Zizek

viernes, 3 de agosto de 2012

Resurrection

Halford

I`m digging deep inside my soul
To bring myself out of this God-damned hole
I rid the demons from my heart
And found the truth was with me from the start

Holy angel lift me from this burning hell
Resurrection make me whole
Son of Judas bring the saints to my revenge
Resurrection bring me home

I walked alone into a Fight
There is no bastard left to overcome
The peace of mind I thought was lost
Was right in front of me on paths I`ve crossed

Holy angel lift me from this burning hell
Resurrection make me whole
Son of Judas bring the saints to my revenge
Resurrection bring me home

I`ve faced the things I`ve said and done
There is no bastard left to overcome
The peace of mind I thought was lost
Was right in front of me on paths I`ve crossed


http://www.youtube.com/watch?v=RtP4K8ihe3g

jueves, 19 de julio de 2012

Producción industrial académica

Es absurdo creer que una tesis, más aún de doctorado, debe terminarse en dos años necesariamente. Algunos dicen que un profesional es el que hace las cosas bien y rápido, pero esto sólo refleja la ideología industrial de producir más y mejor en menos tiempo, no tiene mucho qué ver con el desarrollo de conocimiento. Es terrible que doctores se conviertan en capataces, aunque entiendo que es porque son a su vez presionados por otros.

Deberían saber que del mismo modo que hay guisos que llevan muy diferentes cantidades de tiempo en su preparación, con las tesis ocurre lo mismo y que esas cantidades de tiempo no tienen qué ver necesariamente con la calidad. Es decir, una tesis terminada rápido no es mejor que una terminada lento o viceversa; sencillamente, cada proyecto tiene su tiempo, y muchas veces este no se puede conocer desde el principio.

De este modo, las universidades se convierten en fábricas, los directores y sinodales en inspectores, los estudiantes en obreros y las tesis o textos en productos. A las universidades, el Conacyt y la SEP lo que más les importa es que el dinero que invierten (nuestro dinero, por cierto) se refleje en números que les permitan seguir conservando puestos laborales y "prestigio" académico o político, sobre todo de los altos funcionarios.

¿En dónde queda el conocimiento científico, humanístico o artístico?, ¿la aportación a la sociedad? En muchas ocasiones el motor de la investigación o su objetivo real apenas es tomado en cuenta o ni siquiera eso. Así, el capitalismo condiciona y corrompe el estudio, como corrompe todo aquello que se deja o no es capaz de resistirlo.

jueves, 14 de junio de 2012

Breve reseña de Política del rebelde de Michel Onfray

Con el pensamiento integral característico que conjunta ética, estética y política, Michel Onfray presenta este Tratado de resistencia e insumisión. Describe la realidad social como el infierno de Dante, aunque dividido en menos círculos: condenados, réprobos y explotados, donde prácticamente todos los habitantes del planeta ocupamos un lugar, con la alta posibilidad de cambiar de círculo e incluso conocer los tres, por lo general hacia lo más profundo.

Esta cartografía infernal, ya en sí subversiva por eludir ilusiones capitalistas de supuesta libertad y privilegios (adquiridos o prometidos) de ciertos sectores, por ver la realidad como es en términos sociales y contra la amnesia dominante, antecede a sus propuestas, de las cuales distingo las siguientes.

1) El individuo como ser irreductible, que remite a un cuerpo y es capaz de ejercer una política subversiva, no enajenada por rechazar ser Hombre (con sus implicaciones eurocéntrica, adulta y masculina excluyentes), sujeto (que está sujeto a determinadas leyes y que puede actuar sólo en esos límites impuestos u "otorgados") y persona (máscara del individuo). El individuo es lo que las ideologías quieren controlar, son los que se organizan para rebelarse, por interés suyo y de otros, más allá de conceptos gregaristas negadores de individuos en aras de una mayoría abstracta o de un rebaño manipulable, como pueblo, raza, etc.

2) El individuo rebelde pratica la política hedonista porque no acepta ser privado del goce de vivir, hacer gozar, descansar, convivir, estar solo, pensar por cuenta propia, crear, etcétera. Dado que el capitalismo y otros sistemas de dominación imponen la ascesis y el sufrimiento por la fuerza y a través de propaganda (que opera en todos los lugares, en el trabajo, la escuela, la familia y la iglesia) para considerarlos estados virtuosos, el rebelde lucha de varias formas para acabar o disminuir este sufrimiento completamente innecesario.

Como hedonista, no está desencantado del mundo. Conoce el infierno, pero posee su jardín y sabe que puede hacerlo prosperar.

3) El individuo, por supuesto, se organiza con otros individuos para la lucha, pues sabe que es una experiencia vital y que muchas veces si actuara solo, sería derrotado rápidamente por la bestia del sistema. El rebelde puede verse obligado a trabajar, pero no colabora con el sistema cuando no es necesario para él, cuando sólo contribuiría al fortalecimiento de la dominación. Se mantiene en la izquierda, evadiendo izquierdas ilusorias y burguesas que sí colaboran y pactan con los explotadores (también eso ocurre con la caridad de alguna manera). No se deja engañar por promesas mezquinas de ascensos y puestos de dominación para ser criados más cercanos de tiranos. Y, aunque cuida su integridad, tampoco se deja amedrentar por figuras solemnes (en realidad ridículas) de autoridad, infiernos ficticios o por no poder acceder a los premios de las mascotas obedientes.

Al final habla de algunas formas de rebelión organizada, como el sindicalismo revolucionario, la huelga, el ludismo, el obstruccionismo, el boicot o el sabotaje.

4) El poder no se concentra en el soberano, el capitalista o sus funcionarios. Está diseminado, en un campo energizado. Por eso ejerce el fascismo como lo conocemos, pero también los microfascismos en todos los espacios y relaciones que puede. Por eso las fuerzas rebeldes no pueden esperar a tomar el gobierno del Estado o los medios capitalistas, aunque sin duda es deseable, siempre y cuando no se reestablezca una élite. Los rebeldes toman el poder, su poder, en toda oportunidad, socavan el funcionamiento del sistema y organizan pequeñas, medianas o grandes rebeliones.

5) Aunque ateo, Onfray describe una "mística de izquierda" (de hecho la mística ha sido marginada por las religiones oficiales, como pasó con Juan de la Cruz), que está en consonancia con la importancia vital de la ética y la estética. Invita a una estética generalizada, a una escultura de sí mismo, a hacer de la vida una obra de arte. La política, por supuesto, se mezcla en esta dinámica porque, de no hacerlo, concibe estos campos como separados, genera contradicciones y debilita a los individuos, volviéndolos sólo instrumentos eficaces. "La mística [dice] conviene a las ideas que, según el principio nietzscheano, habitan las cimas, donde el aire es frío, vivo y cortante, donde no se temen las virtudes del viento de invierno, el rigor y la rareza, es decir, los valores que importan." (p. 125) Lo humorístico que caracteriza al cinismo filosófico y a la crítica no niega lo sublime de un pensamiento que aspira a esas cumbres, de un esfuerzo que valga la pena.

6) Invita a los rebeldes del nuevo siglo a retomar al Mayo del 68, que tomó las calles y las universidades, que buscaba la democratización y la solidaridad de estudiantes con trabajadores y que fue reprimido, sancionado o trivializado por el sistema. De esa represión (que en México se padeció mucho más a pesar de haber sido menos radical el movimiento) e intento de desacreditación a partir de los errores y las mentiras, se reforzó el conservadurismo, y de esa trivialización, se gestó el pensamiento único, débil y banal de la sociedad de consumo que hoy impera pregonando un falso hedonismo de la insatisfacción. Contra esto y el colaboracionismo de "intelectuales" defensores del sistema, la continuación de la organización del 68. En México, a mi parecer, lo mismo que en otras partes del mundo, por fin esto está sucediendo, y con mayor fuerza a pesar de las "profecías" derrotistas del neoliberalismo.

Retoma las vidas e ideas de Blanqui, Nietzsche, Diógenes, Proudhon, Antelme, Foucault, Deleuze, Pelloutier, Bourdieu y Marx, entre otros, aunque criticando mucho a este último.



martes, 12 de junio de 2012

Fragmentos de "Campo intelectual y proyecto creador" de Bourdieu

Ya sea que se trate de las clases altas, que sancionan por su rango social el rango de las obras que consumen en la jerarquía de obras legítimas, ya se trate de instituciones específicas, como el sistema escolar y las academias, que consagran por su autoridad y su enseñanza un género de obras y un tipo de hombre cultivado, ya se trate incluso de grupos literarios o artísticos como los cenáculos, círculos (los críticos, “salones” o “cafés”, a los cuales se reconoce un papel de guías culturales o de taste-markers), existe casi siempre, hasta cierto punto, en toda sociedad, una pluralidad de potencias sociales, a veces concurrentes, a veces concertadas, las cuales, en virtud de su poder político o económico o de las garantías institucionales de que disponen, están en condiciones de imponer sus normas culturales a una fracción más o menos amplia del campo intelectual, y que reivindican, ipso facto, una legitimidad cultural, sea por los productos culturales fabricados por los demás, sea por las obras y las actitudes culturales que trasmiten.
(...)
Los conservadores de la cultura, responsables de la prédica cultural y de la organización del aprendizaje capaz de producir la devoción cultural, se oponen a los creadores de cultura, auctores capaces de imponer su auctoritas en materia artística o científica (como otros lo hacen en materia ética, religiosa o política), de la misma manera que la permanencia y la omnipresencia de la institución legítima y organizada se oponen a la fulguración única, discontinua y puntual de una creación que en sí misma tiene todo su principio de legitimación.

Pierre Bourdieu

lunes, 28 de mayo de 2012

Cita de la película La máscara de la muerte roja

-Thank you, your excellency, for the girl.
-I have no title. Why do you call me excellency?
-Well I thought it was the embassadour of Satan.
-He is not my master. Death has no master.
-But Satan rules the universe. I made a pact with him.
-He does not rule alone. And your pact with him will not save you.
-There is no other god. Satan killed him.
-It's man creates his own god for himself. His own heaven, his own hell.
(...)
-Why should you be afraid to die? Your soul has been dead for a long time.

The Masque of the Red Death, Dir. Roger Corman (1964)

martes, 8 de mayo de 2012

La belleza de consumo

Umberto Eco, Historia de la belleza


Los que acuden a visitar una exposición de arte de vanguardia, compran una escultura “incomprensible” o participan de un happening van vestidos y peinados según los cánones de la moda, llevan vaqueros o ropa de marca, se maquillan según el modelo de belleza propuesto por las revistas de moda, por el cine, por la televisión, es decir, por los medios de comunicación de masas. Siguen los ideales de belleza del mundo del consumo comercial, contra el que el arte de las vanguardias ha luchado durante más de cincuenta años. ¿Cómo hay que interpretar esta contradicción? Sin pretender explicarla: es la contradicción típica del siglo XX.

jueves, 3 de mayo de 2012

¡Nacieron centillizos!

Óscar de la Borbolla, Instrucciones para destruir la realidad, Nueva imagen, México, 2004.


Todavía hoy, a dos semanas de nacidos los cien mellizos en el Hospital de la Raza, el mundo entero se mantiene conmocionado por el alumbramiento múltiple más espectacular de la historia. Las cadenas de televisión y la prensa internacionales ocupan sus mejores espacios en cubrir paso a paso la evolución de los cien pequeños de Juana Domínguez, la madre excepcional, y ya en muchos lugares se esculpe en mármol el busto de esta mujer extraordinaria cuya fecundidad es un milagro sin precedentes. Dentro de poco, docenas de esculturas serán develadas en plazas, plazoletas y jardines de todo el orbe para rendir homenaje a la gran madre mexicana.
Sin embargo aquí, en México, donde tuvo lugar el parto maravilloso, ¿qué se sabe?, ¿qué se ha dicho? Nada o casi nada: salvo mi felicitación ucrónica publicada en estas páginas, no se ha mencionado más el asunto. Qué diferencia cuando nació el pandita. Todo el país se puso entonces de cabeza. Al parecer es un hecho contundente que nadie puede ser profeta, ni poeta, ni proleta en su tierra…
Es verdad que no estamos como para celebrar cien nuevas bocas, que la crisis económica también ha derrumbado nuestro entusiasmo y alegría; es verdad que Toribio Hernández, el padre de las cien criaturas, después del momentáneo júbilo por su comprobado machismo, cobró conciencia y cayó en una depresión tan espantosa que ni los más potentes antidepresivos han logrado sacarlo de la pesadumbre; pero se trata —no lo olvidemos— de una proeza biológica: cien seres humanos en una sola camada es algo que jamás había ocurrido, es un prodigio que no se puede soslayar, aunque no haya con qué mantenerlos, aunque los atribulados padres, Juana y Toribio, no tengan ni para convidar un desayuno a sus nuevos hijos, eso no importa: la fertilidad es algo completamente sagrado, un don divino en que se manifiesta la voluntad de la providencia. Que se van a morir de hambre, “ya estría de Dios”. Que las van a pasar negras, “así es la vida”. Que no tienen ni para una chambrita, “ni modo, qué le vamos a hacer”.
Lo que sí resulta imperdonable es que debido a un conjunto de consideraciones mezquinas y materiales, nuestro país no encabece el beneplácito mundial por el nacimiento de los centillizos, y que en vez de encumbrar como héroes nacionales a Juana y Toribio y de colmarlos de lo que justamente merecen por su hazaña doméstica, se les haya pretendido menospreciar con el tradicional método del disimulo y el silencio. Ojalá que Juana y Toribio supieran leer, pues esta Ucronía la escribo para decirles que no están solos, que millones de personas hablan de ellos y se refieren a “la potencia mexicana”, y si bien en algunos casos el tono es de burla, pues siempre existen maledicentes a los que les gusta hacer sorna de todo, en la mayoría de las ocasiones hay buena intención y un reconocimiento auténtico a su esfuerzo.
Ojalá también pudieran viajar, pasearse por Europa y América, pues yo me figuro que si Juana viera la estatua que en su honor van a poner al lado del obelisco que hay en un extremo de Las Tullerías, allá en París; o si viera ese conjunto escultórico en que estará representada con su marido y sus cien hijos allá en Atenas sobre la avenida Ominia; o si Toribio pudiera pararse a contemplar su propia imagen de hombre sobredotado, sobre la Avenida Atlantic, frente a la playa de Ipanema en Río de Janeiro o, en fin, si el fecundo matrimonio pudiera presenciar lo que en su honor se está levantando en la Plaza del Rossio en Lisboa o en el Paseo de los Recoletos de Madrid, donde van a arrancar la Cibeles para colocarlos a ellos, si pudieran ver cualquiera de estas cosas que habrán de eternizarlos, soportarían con mejor ánimo esa vida que aquí —en este país donde se les ningunea— les espera.
Porque en efecto, es muy triste comprobar que, salvo los telegramas de felicitación escritos en cuanta lengua existe, no les ha llegado ningún obsequio del extranjero, ni una mamila ni un pañal, y eso que por allá es bien sabida la condición humilde de nuestros compatriotas. Se han hecho innumerables reportajes a propósito de que Toribio vive en el desempleo desde hace año y medio, desde que se vino a la capital con Juana y los ocho hijos con los que Dios ya había bendecido su matrimonio; se ha publicado cómo Toribio se emplea a fondo sacándole próspero partido a su facha de limosnero en una esquina en la que unos días la hace de tragafuegos y los otros, cuando no le alcanza para el petróleo, actúa de acróbata: mantiene el equilibrio sobre una raya de pavimento, pese a los mareos que le causa el hambre y los vahídos producto de la anemia. También se ha dicho y redicho que Juana es lavandera profesional, que seis de los siete días de la semana lava ajeno y que el domingo lava propio, que habita en un cuartucho de tres por tres, que no conoce más carne que la que ella misma ha parido y que la verdad está raquítica y muy mal. Con todo, ni un regalo ni un donativo, puros discursos y puras estatuas. ¿Qué va a ser de ellos ahora que salgan del Hospital de la Raza, donde de momento se les sigue estudiando? Dios proveerá. Por lo pronto, ¡arriba corazones, que gracias a Juana y a Toribio somos cien mexicanos más!

domingo, 29 de abril de 2012

Penumbra salvadora

He preferido la oscuridad que en un tiempo ya pasado descubrí como penumbra salvadora, que andar errante, solo, perdido, en los infiernos de la luz. María Zambrano

jueves, 19 de abril de 2012

Fragmentos merol de Paradise Lost de John Milton


Ilustración de John Martin

Libro I
95. Nor what the Potent Victor in his rage
96. Can else inflict, do I repent or change,
97. Though changed in outward luster; that fixed mind
98. And high disdain, from sense of injured merit,
99. That with the mightiest raised me to contend,
100. And to the fierce contention brought along
101. Innumerable force of spirits armed
102. That durst dislike his reign, and me preferring,
103. His utmost power with adverse power opposed
104. In dubious battle on the plains of Heaven,
105. And shook his throne. What though the field be lost?
106. All is not lost; the unconquerable will,
107. And study of revenge, immortal hate,
108. And courage never to submit or yield:
109. And what is else not to be overcome?
110. That glory never shall his wrath or might
111. Extort from me. To bow and sue for grace
112. With suppliant knee, and deify his power,
113. Who from the terror of this arm so late
114. Doubted his empire, that were low indeed,
115. That were an ignominy and shame beneath
116. This downfall

587. Thus far these beyond
588. Compare of mortal prowess, yet observed
589. Their dread commander: he above the rest
590. In shape and gesture proudly eminent
591. Stood like a tower; his form had yet not lost
592. All her original brightness, nor appeared
593. Less then archangel ruined, and the excess
594. Of glory obscured: As when the sun new risen
595. Looks through the horizontal misty air
596. Shorn of his beams, or from behind the moon
597. In dim eclipse disastrous twilight sheds
598. On half the nations, and with fear of change
599. Perplexes monarchs.

Libro II
247. How wearisome
248. Eternity so spent in worship paid
249. To whom we hate! Let us not then pursue,
250. By force impossible, by leave obtained
251. Unacceptable, though in Heaven, our state
252. Of splendid vassalage; but rather seek
253. Our own good from ourselves, and from our own
254. Live to ourselves, though in this vast recess,
255. Free and to none accountable, preferring
256. Hard liberty before the easy yoke
257. Of servile pomp. Our greatness will appear
258. Then most conspicuous when great things of small,
259. Useful of hurtful, prosperous of adverse,
260. We can create, and in what place soe'er
261. Thrive under evil, and work ease out of pain
262. Through labor and endurance.

910. Into this wild abyss,
911. The womb of nature, and perhaps her grave,
912. Of neither sea, nor shore, nor air, nor fire,
913. But all these in their pregnant causes mixed
914. Confusedly, and which thus must ever fight,
915. Unless the Almighty Maker them ordain
916. His dark materials to create more worlds,
917. Into this wild Abyss the wary Fiend
918. Stood on the brink of Hell and looked a while,
919. Pondering his voyage; for no narrow frith
920. He had to cross. Nor was his ear less pealed
921. With noises loud and ruinous (to compare
922. Great things with small) than when Bellona storms
923. With all her battering engines, bent to rase
924. Some capital city; or less than if this frame
925. Of Heaven were falling, and these elements
926. In mutiny had from her axle torn
927. The steadfast Earth. At last his sail-broad vans
928. He spread for flight, and, in the surging smoke
929. Uplifted, spurns the ground; thence many a league,
930. As in a cloudy chair, ascending rides
931. Audacious; but, that seat soon failing, meets
932. A vast vacuity. All unawares,
933. Fluttering his pennons vain, plumb-down he drops
934. Ten thousand fathom deep, and to this hour
935. Down had been falling, had not, by ill chance,
936. The strong rebuff of some tumultuous cloud,
937. Instinct with fire and nitre, hurried him
938. As many miles aloft.

951. At length a universal hubbub wild
952. Of stunning sounds, and voices all confused,
953. Borne through the hollow dark, assaults his ear
954. With loudest vehemence. Thither he plies
955. Undaunted, to meet there whatever power
956. Or spirit of the nethermost Abyss
957. Might in that noise reside, of whom to ask
958. Which way the nearest coast of darkness lies
959. Bordering on light; when straight behold the throne
960. Of Chaos, and his dark pavilion spread
961. Wide on the wasteful deep! With him enthroned
962. Sat sable-vested Night, eldest of things,
963. The consort of his reign; and by them stood
964. Orcus and Ades, and the dreaded name
965. Of Demogorgon; Rumour next, and Chance,
966. And Tumult, and Confusion, all embroiled,
967. And Discord with a thousand various mouths.
968. To whom Satan, turning boldly, thus:, Ye powers
969. And spirtis of this nethermost Abyss,
970. Chaos and ancient Night, I come no spy
971. With purpose to explore or to disturb
972. The secrets of your realm; but, by constraint
973. Wandering this darksome desert, as my way
974. Lies through your spacious empire up to light,
975. Alone and without guide, half lost, I seek,
976. What readiest path leads where your gloomy bounds
977. Confine with Heaven; or, if some other place,
978. From your dominion won, the Ethereal King
979. Possesses lately, thither to arrive
980. I travel this profound. Direct my course:
981. Directed, no mean recompense it brings
982. To your behoove, if I that region lost,
983. All usurpation thence expelled, reduce
984. To her original darkness and your sway
985. (Which is my present journey), and once more
986. Erect the standard there of ancient night.

Libro III

540. Satan from hence, now on the lower stair,
541. That scaled by steps of gold to Heaven-gate,
542. Looks down with wonder at the sudden view
543. Of all this world at once. As when a scout,
544. Through dark and desert ways with peril gone
545. All night, at last by break of cheerful dawn
546. Obtains the brow of some high-climbing hill,
547. Which to his eye discovers unaware
548. The goodly prospect of some foreign land
549. First seen, or some renowned metropolis
550. With glistering spires and pinnacles adorned,
551. Which now the rising sun gilds with his beams:
552. Such wonder seized, though after Heaven seen,

Libro IV

520. hence I will excite their minds
521. With more desire to know, and to reject
522. Envious commands, invented with design
523. To keep them low, whom knowledge might exalt
524. Equal with Gods

917. Courageous Chief,
918. The first in flight from pain, hadst thou alleged
919. To thy deserted host this cause of flight,
920. Thou surely hadst not come sole fugitive.
921. To which the fiend thus answered, frowning stern.
922. Not that I less endure, or shrink from pain,
923. Insulting angel! well thou knowest I stood
924. Thy fiercest, when in battle to thy aid
925. The blasting volleyed thunder made all speed,
926. And seconded thy else not dreaded spear.
927. But still thy words at random, as before,
928. Argue thy inexperience what behooves
929. From hard assays and ill successes past
930. A faithful leader, not to hazard all
931. Through ways of danger by himself untried:
932. I, therefore, I alone first undertook
933. To wing the desolate abyss, and spy
934. This new created world, whereof in Hell
935. Fame is not silent, here in hope to find
936. Better abode, and my afflicted Powers
937. To settle here on earth, or in mid air;
938. Though for possession put to try once more
939. What thou and thy gay legions dare against;
940. Whose easier business were to serve their Lord
941. High up in Heaven, with songs to hymn his throne,
942. And practiced distances to cringe, not fight

Libro V

853. That we were formed then sayest thou? and the work
854. Of secondary hands, by task transferred
855. From Father to his Son? strange point and new,
856. Doctrine which we would know whence learned: who saw
857. When this creation was? rememberest thou
858. Thy making, while the Maker gave thee being?

Libro IX

494. toward Eve
495. Addressed his way: not with indented wave,
496. Prone on the ground, as since; but on his rear,
497. Circular base of rising folds, that towered
498. Fold above fold, a surging maze, his head
499. Crested aloft, and carbuncle his eyes;
500. With burnished neck of verdant gold, erect
501. Amidst his circling spires, that on the grass
502. Floated redundant: pleasing was his shape
503. And lovely; never since of serpent-kind
504. Lovelier, not those that in Illyria changed,
505. Hermione and Cadmus, or the god
506. In Epidaurus; nor to which transformed
507. Ammonian Jove, or Capitoline, was seen;
508. He with Olympias; this with her who bore
509. Scipio, the heighth of Rome. With tract oblique
510. At first, as one who sought access, but feared
511. To interrupt, side-long he works his way.
512. As when a ship, by skilful steersmen wrought
513. Nigh river's mouth or foreland, where the wind
514. Veers oft, as oft so steers, and shifts her sail:
515. So varied he, and of his tortuous train
516. Curled many a wanton wreath in sight of Eve,
517. To lure her eye; she, busied, heard the sound
518. Of rustling leaves, but minded not, as used
519. To such disport before her through the field,
520. From every beast; more duteous at her call,
521. Than at Circean call the herd disguised.
522. He, bolder now, uncalled before her stood,
523. But as in gaze admiring: oft he bowed
524. His turret crest, and sleek enameled neck,
525. Fawning; and licked the ground whereon she trod.
526. His gentle dumb expression turned at length
527. The eye of Eve to mark his play; he, glad
528. Of her attention gained, with serpent-tongue
529. Organic, or impulse of vocal air,
530. His fraudulent temptation thus began.

570. I was at first as other beasts that graze
571. The trodden herb, of abject thoughts and low,
572. As was my food; nor aught but food discerned
573. Or sex, and apprehended nothing high:
574. Till, on a day roving the field, I chanced
575. A goodly tree far distant to behold
576. Loaden with fruit of fairest colors mixed,
577. Ruddy and gold: I nearer drew to gaze;
578. When from the boughs a savory odor blown,
579. Grateful to appetite, more pleased my sense
580. Than smell of sweetest fennel, or the teats
581. Of ewe or goat dropping with milk at even,
582. Unsucked of lamb or kid, that tend their play.
583. To satisfy the sharp desire I had
584. Of tasting those fair apples, I resolved
585. Not to defer; hunger and thirst at once,
586. Powerful persuaders, quickened at the scent
587. Of that alluring fruit, urged me so keen.
588. About the mossy trunk I wound me soon;
589. For, high from ground, the branches would require
590. Thy utmost reach or Adam's: Round the tree
591. All other beasts that saw, with like desire
592. Longing and envying stood, but could not reach.
593. Amid the tree now got, where plenty hung
594. Tempting so nigh, to pluck and eat my fill
595. I spared not; for, such pleasure till that hour,
596. At feed or fountain, never had I found.
597. Sated at length, ere long I might perceive
598. Strange alteration in me, to degree
599. Of reason in my inward powers; and speech
600. Wanted not long; though to this shape retained.
601. Thenceforth to speculations high or deep
602. I turned my thoughts, and with capacious mind
603. Considered all things visible in Heaven,
604. Or Earth, or Middle; all things fair and good:
605. But all that fair and good in thy divine
606. Semblance, and in thy beauty's heavenly ray,
607. United I beheld; no fair to thine
608. Equivalent or second, which compelled
609. Me thus, though importune perhaps, to come
610. And gaze, and worship thee of right declared
611. Sovereign of creatures, universal dame!

678. Oh sacred, wise, and wisdom-giving Plant,
679. Mother of science, now I feel thy power
680. Within me clear; not only to discern
681. Things in their causes, but to trace the ways
682. Of highest agents, deemed however wise.
683. Queen of this universe, do not believe
684. Those rigid threats of death: ye shall not die:
685. How should you? by the fruit? it gives you life
686. To knowledge; by the threatener? look on me,
687. Me, who have touched and tasted; yet both live,
688. And life more perfect have attained than Fate
689. Meant me, by venturing higher than my lot.
690. Shall that be shut to Man, which to the Beast
691. Is open? or will God incense his ire
692. For such a petty trespass? and not praise
693. Rather your dauntless virtue, whom the pain
694. Of death denounced, whatever thing death be,
695. Deterred not from achieving what might lead
696. To happier life, knowledge of good and evil;
697. Of good, how just? of evil, if what is evil
698. Be real, why not known, since easier shunned?
699. God therefore cannot hurt ye, and be just;
700. Not just, not God; not feared then, nor obeyed:
701. Your fear itself of death removes the fear.
702. Why then was this forbid? Why, but to awe;
703. Why, but to keep ye low and ignorant,
704. His worshippers? He knows that in the day
705. Ye eat thereof, your eyes that seem so clear,
706. Yet are but dim, shall perfectly be then
707. Opened and cleared, and ye shall be as Gods,
708. Knowing both good and evil, as they know.
709. That ye shall be as Gods, since I as Man,
710. Internal Man, is but proportion meet;
711. I, of brute, human; ye, of human, Gods.
712. So ye shall die perhaps, by putting off
713. Human, to put on Gods; death to be wished,
714. Though threatened, which no worse than this can bring.
715. And what are Gods, that man may not become
716. As they, participating God-like food?
717. The Gods are first, and that advantage use
718. On our belief, that all from them proceeds:
719. I question it; for this fair earth I see,
720. Warmed by the sun, producing every kind;
721. Them, nothing: if they all things, who enclosed
722. Knowledge of good and evil in this tree,
723. That whoso eats thereof, forthwith attains
724. Wisdom without their leave? and wherein lies
725. The offence, that man should thus attain to know?
726. What can your knowledge hurt him, or this tree
727. Impart against his will, if all be his?
728. Or is it envy? and can envy dwell
729. In heavenly breasts? These, these, and many more
730. Causes import your need of this fair fruit.
731. Goddess humane, reach then, and freely taste.

794. Oh sovereign, virtuous, precious of all trees
795. In Paradise! of operation blest
796. To sapience, hitherto obscured, infamed.
797. And thy fair fruit let hang, as to no end
798. Created; but henceforth my early care,
799. Not without song, each morning, and due praise,
800. Shall tend thee, and the fertile burden ease
801. Of thy full branches offered free to all;
802. Till, dieted by thee, I grow mature
803. In knowledge, as the Gods, who all things know;
804. Though others envy what they cannot give:
805. For, had the gift been theirs, it had not here
806. Thus grown. Experience, next, to thee I owe,
807. Best guide; not following thee, I had remained
808. In ignorance; thou openest wisdom's way,
809. And givest access, though secret she retire.

Libro X

743. Did I request thee, Maker, from my clay
744. To mould me Man? did I solicit thee
745. From darkness to promote me, or here place
746. In this delicious garden? As my will
747. Concurred not to my being, it were but right
748. And equal to reduce me to my dust;
749. Desirous to resign and render back
750. All I received; unable to perform
751. Thy terms too hard, by which I was to hold
752. The good I sought not. To the loss of that,
753. Sufficient penalty, why hast thou added
754. The sense of endless woes? Inexplicable
755. Why am I mocked with death, and lengthened out
756. To deathless pain? How gladly would I meet
757. Mortality my sentence, and be earth
758. Insensible. How glad would lay me down
759. As in my mother's lap. There I should rest,
760. And sleep secure; his dreadful voice no more
761. Would thunder in my ears; no fear of worse
762. To me, and to my offspring, would torment me
763. With cruel expectation.

domingo, 8 de abril de 2012

Confesión de Giordano Bruno

“Me equivoqué creyendo que podría pedirle a la Iglesia que combatiese un sistema de superstición, de ignorancia, de violencia. Erraba, ¿cómo creí que podría reformar la condición humana con ayuda de este o aquel príncipe? He visto a todos esos dirigentes, qué mortificación. Enrique III de Francia: sangre, Isabel de Inglaterra: sangre, Rodolfo II de Habsburgo: sangre. Para colmo, el monarca que cree alzarse como el más alto de todos. Esta noche veo en esta sala sangre. Qué desespero pedirle al que tiene el poder que reforme el poder, qué ingenuidad. Si queréis mi confesión aquí la tenéis. Es la confesión de una derrota.”

Giordano Bruno, dir. Giuliano Montaldo, 1973.

martes, 27 de marzo de 2012

Adivina a qué libros pertenecen estas ilustraciones :)








La primera imagen de esta entrada es de Abraham Sánchez Guevara, las últimas de Gustave Doré y de John Flaxman

lunes, 26 de marzo de 2012

En la playa

-Disculpa, ¿quieres bailar?
-Pero no traigo zapatos, ¿le importa?
El caballero cambió su sonrisa por una cara de asco y se marchó. La hermosa sirena bajó de la silla y con el coraje que genera una ofensa regresó a su espacio marino, ejecutó los movimientos más armónicos, imposibles de realizarse sobre la tierra, y nunca más paró de bailar.

Laura Elisa Vizcaíno

viernes, 23 de marzo de 2012

Palabras de Odiseo y dibujos de John Flaxman






“Nada más débil que el hombre cría la tierra, entre todos los seres que sobre el suelo respiran y se agitan. Porque se confía en que nunca va a sufrir daño alguno en su futuro mientras los dioses le conceden valor y sus rodillas le sostienen. Pero cuando los dioses felices le envían desdichas ha de sufrirlas con ánimo no menos resignado. Así es el pasar de los humanos en la tierra, tal como cada día los trae y lleva el padre de hombres y dioses. Yo también en un tiempo pensaba vivir próspero entre mi gente y acometí muchas acciones insensatas cediendo a la violencia y al valor, confiando en mi padre y mis hermanos. Mas ojalá ningún hombre fuera jamás inicuo, sino que guardara en calma los dones que los dioses le otorgaron.”
Homero, Odisea, Canto XVIII, trad. de Carlos García Gual, Alianza, Madrid, 2008, p. 365.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Textos de la presentación del libro "Sesión apocalíptica" de Abraham Sánchez Guevara

17 de marzo de 2012
Café galería “La libélula”, México, D.F.

Isaura Contreras nació en Irapuato, Guanajuato, en 1982. Cursó la licenciatura en Letras Españolas en la Universidad de Guanajuato y la maestría en Literatura Latinoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Fue beneficiaria del Programa de Residencias Artísticas entre México y Canadá (FONCA-Centro Banff) en el 2009. Ha publicado la novela La casa al fin de los días (col. Anaquel. Universidad de Guanajuato, 2007). En 2010 obtuvo el premio nacional de novela breve Rosario Castellanos con la obra Cosecha de verano (CONACULTA-Chiapas, 2010).

Quiero comenzar esta presentación hablando de una de las dedicatorias de este libro: “A mis amigos que me curan y con quienes tengo aventuras maravillosas”, pues estoy segura que es una dedicatoria para todos los que estamos aquí. Yo me quiero sentir especialmente aludida porque he tenido el gusto de compartir con mi amigo Abraham muchas aventuras. Nuestro primer contacto fue hace cuatro años en la maestría en literatura de la UNAM donde cursamos la clase de vanguardias latinoamericanas. Allí descubriría yo la fascinación que tiene Abraham por esos autores que salen huyendo del canon literario, como Macedonio Fernández, Juan Emar, Maples Arce o Pablo Palacio, autores irreverentes que, en el mejor de los sentidos, asesinaron la literatura, autores de los márgenes, que como a Abraham les incomoda la idea de obra de arte con mayúsculas. Por esas fechas, Abraham me compartió uno de los cuentos que forman parte de este libro “La marca”, que habla de un niño al que sus padres llevan al parque, y allí le dibujan una torre Eiffel en el rostro, un dibujo que no desaparece con los años, y que constituye el signo extraño del autorreconocimiento del propio protagonista que escribe de ello. Para mí este cuento fue un eco y un guiño a los escritores de vanguardia, ese intento por negar el contrato mimético de la realidad para restituir la realidad de la ficción y de la escritura. Otra pista es su texto “Semimacedoniana”, en clara alusión al escritor argentino, en el que Abraham inscribe y nos regala su poética : ”La literatura para mí solo puede ser irónica, absurda, onírica o caprichosa. Y aun así lo es menos que la vida”. Los cuentos de Abraham, ironizan los mitos y la realidad, como cuando nos dice que los piñones fueron creados por Dios para contener el deseo de una monja que soñó que besaba unos pezones duros y encendidos. Abraham se burla también de la ciencia y de la realidad virtual que nos han hecho esclavos de la ilusión, se burla de la religión y la política. Y lo mejor, creo, es que también se burla de él como cuando nos cuenta la historia de Pepito Pérez, estudiante de letras. Que “Acabó la carrera, estudió un posgrado y dio clases de literatura. Es decir, supo, como siempre, que tendría que sobrevivir y alimentar su panza, que tenía por cierto una forma un poco redondita”, lo que no nos dice es que Pepito Pérez es también un gran escritor. Estos textos, a excepción de “La marca” forman parte de la primera parte de su libro, “El silencio de una voz”, para mí el título alude a todo lo que callan los pequeños fragmentos, pues en su mayoría son textos muy breves, que podrían inscribirse en la mini ficción o el aforismo, textos compactos de palabras exactas y precisas, casi epigramáticos, que en su brevedad imponen un silencio que hará hablar al lector.
Volviendo a las aventuras que tuvimos con Abraham, hay otra que quisiera recordar, fue hace tres años en Buenos Aires donde coincidimos haciendo estancias de investigación. Abraham fue allá a entrevistarse con César Aira, y generosamente nos invitó a Eli Vizcaíno y a mí a conocerlo. César Aira llegó con una playera de un súper héroe al café, (Abraham seguramente traía una de Heavy Metal). Aira es, creo, la antítesis del escritor, completamente antisolemne que hasta nos habló de caricaturas y nos llevó a pasear a un museo, su trabajo, como se sabe, cuestiona el concepto de Obra y se ha incorporado en la veta del posmodernismo, al ironizar los géneros y valerse de recursos como el pastiche y el collage o recodificar discursos como el comic y la telenovela. La primera pregunta que Abraham le hizo fue si concebía sus novelas como antinovelas, Aira las llamó simplemente novelitas. Creo que a Abraham le queda la palabra anti, tanto como a Aira, aunque lo nieguen. Los cuentos de Abraham podrían ser anticuentos, tiene una forma particularísima de abordar el género que involucra una gran variedad de registros, no le interesa el cuento clásico estilo Poe, que se complace en la trama y los finales epifánicos, aunque estoy segura que lo domina. No veremos un cuento borgiano de lógica argumental intrincada. En los relatos de Abraham oscilan dos o tres personajes, que se dirigen a develar la extrañeza absurda de lo cotidiano, su lógica apela mas al lenguaje y el retruécano que nos consume infinitamente en un espiral de palabras, como cuando dice: “Vendieron a su perro. Y todavía se lo contaron alegremente felices de compartir, la felicidad de compartir los planes que se tienen de comprar felicidad para compartir para ser felices y compartir”. La segunda parte de su libro, titulada “Soles urbanos”, incluye cuentos de extensión mayor que los de la primera parte, algunos ensayan el desenfado del relato oral como “María”, o la ironía del amor romántico en “El ciclo de las mariposas” donde una niña juega a que Barbie y Ken se casan , o son kafkianos como “Prisionero” el animal que se cuestiona el sentido de su cautiverio, pero también son oníricos casi siniestros, como el misterioso y foucoultiano cuadrito que Federica propone al narrador llevar a su maestra en lugar de un cuadro sinóptico. La soterrada sátira política de ir a la guerra está en el cuento “El juego en el puerto” donde, además, aparece el personaje de nombre Abraham, recordándonos ese tránsito metaficcional de su escritura en relatos que a simple vista parecen contarnos un evento íntimo o cotidiano para embarcarnos con toda naturalidad a la ficción más absurda.
Todos los que estamos aquí, sabemos que Abraham es, o podría ser, rojo, anarquista, y revolucionario, porque lo hemos visto con suma seriedad criticar el gobierno, la religión, las buenas costumbres y el buen gusto, en conversaciones encendidas por una que otra cerveza. Ese espíritu no desaparece en sus relatos, pero la sutileza, y la fina ironía por la cual todo lo que nos cuenta adquiere también un carácter simbólicamente contestatario hace que sus relatos sean más eficaces que cualquier panfleto. Pienso así en su cuento “Un buen tipo” que nos recuerda discretamente la indiferencia ante la explotación social o en “El ajedrez de los tontos” donde la ajedrecracia es un sistema político no muy lejano al nuestro.
La tercera parte, que además da título al libro, es: “Sesión apocalíptica”, que constituye una particular recodificación de los genero, el de ciencia ficción, el detectivesco o policiaco aquí la presencia de lo kafkiano está más acentuada, si pensamos en esos procesos absurdos como el de “El contribuyente” que no pagaba derechos de autor, o en su cuento “La metamorfosis” donde Georgina, suerte de Gregorio Samsa, niña mala convertida en insecto, encuentra su lugar en el mundo en un bosque de mangos. Los guiños al pensamiento filosófico, entreverado en las casi becketianas reflexiones de sus personajes, dejan al lector al borde de la risa y el cuestionamiento, buscan abrir una “Grieta”, como se llama uno de sus cuentos, que sacuda la opacidad de los prejuicios y las buenas costumbres. Creo que Sesión apocalíptica, puede remitir en algún sentido, a ese apocalipsis literario al que Abraham nos conduce, a un fin de esa literatura y pensamiento que pretende instaurar un canon unívoco. Me parece que a partir de ese fin es como se fragua el verdadero “Renacimiento”, así se llama otro de sus cuentos, que impele, al modo del Demian de Hesse: “Pero es necesario renacer. Romper placentas. Romper mundos. Andar en pies propios”.
Y ahora una última aventura con Abraham, que hasta anoté en un diario. Una ocasión nos hizo cruzar a Eli y a mi media ciudad para ir a un antro llamado Patagonia Rebelde. Yo nunca había oído un concierto de thrash metal, y recuerdo vivamente la música estridente y el lugar atiborrado de hombres con chamarras de piel en medio de lo que al principio me pareció solo ruido. Pero algo cambió. Recuerdo, como si de una transición al nirvana se tratara, el cuerpo contorsionado de Abraham y sus cabellos largos extendiéndose por el escenario del eslam. Entonces pensé que esa sería la misma extasiada sensación, aunque no expresada, de los que escuchan Bach o leen el Quijote. Y vuelvo a pensar en esa pugna de Abraham, por la alta cultura o la tradición frente a todo aquello, llámese arte o no, que nos provoca una emoción estética y delirante como la que le sucede a él con su música y nosotros con su libro, en el que no caben las etiquetas sobre su inserción en una tradición literaria ortodoxa, pero sí la sensación de estar ante una verdadera obra. Yo he intentado marcar cierta filiación de su escritura con las vanguardias, con César Aira o con Kafka pero creo que de seguir así Abraham me contestaría lo que Rubén Darío le contestó a alguien que le hablaba de sus influencias: “No sea usted pendejo, yo no tengo escuela”… Y es que en efecto la literatura de Abraham es suya, y es como él. Hay una inocencia diluida en sus relatos, una expresión juguetona como la de un niño. Hay, a pesar del clima apocalíptico que sugiere el titulo, un signo de esperanza en ese lenguaje fresco, balbuceante y onomatopéyico que nos arranca la risa. La escritura de Abraham, es pues como la vida, como el dice: “no tiene un fin último, no es una competencia ni un curriculum, debería ser libre y existir cuando sea deseada”.
A mí me alegra mucho que su libro exista. Y no me queda más que agradecer a mi amigo Abraham por esta otra maravillosa aventura que es leerlo.

*

María Cristina Hernández Escobar es editora, traductora, crítica literaria y cuentista. Algunos de sus relatos ganaron premios en su natal Sinaloa y fueron publicados en El Sol de Sinaloa, el suplemento “Sábado” de Unomásuno y la revista literaria Lenguaraz. En octubre pasado se publicó su traducción de la novela Mamma, son tanto felice del escritor brasileño Luiz Ruffato.
Forma parte del equipo editorial del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM y del seminario de traducción literaria del Centro de Estudios Brasil-México de la embajada de Brasil. Es maestra en literatura comparada por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.


Los narradores de Sesión apocalíptica, todas las voces de quienes parecen sentarse a nuestro lado a hacernos la plática o a desahogarse con nosotros —destinatarios anónimos en los que ellos intuyen una comprensión previa de los temas tratados—, todas esas voces evidencian una lucha interior entre viejas, pero recurrentes formas de ver y mover el mundo; el hartazgo por la inercia personal y colectiva, o al menos lanzan la sospecha fundada de que algo habrá que romper o al menos fisurar para iniciar la tarea de socavar y derruir lo que imposibilita la construcción de una ciudadanía.
Cada uno de esos cuarenta relatos viene precedido de una mirada autocrítica —el narrador siempre se sitúa en el contexto en que todo ocurre—, mirada implicada en distintos grados que obliga a narrar con grandes dosis de humor negro cómo es que se atraviesan los pantanos y cómo se sobrevive en los escenarios de la discriminación de toda índole, al tiempo que se apartan del rostro, como se haría con las telarañas de una casa abandonada, los falsos argumentos de una “canallería” pesada, empoderada y soez, de todos conocida.
Los narradores, sin asumirse entidades puras ni mucho menos inocentes, no tienen pudor de confiar a sus oyentes, o en este caso sus lectores, episodios dolorosos y absurdos en los que ejercen de víctimas y/o victimarios, en un tono a un tiempo esperanzado y desesperanzado, lo que no resulta contradictorio si se recuerda el empleo del humor negro como un mecanismo de distanciamiento que opera mientras se está en el intestino de la bestia.
Paradójico, pero no contradictorio, como también lo es ese optimismo muy cercano al pesimismo, que mantiene la confianza en la fuerza de la narración y en la metáfora para motivar un conocimiento y una toma de conciencia; confianza mucho menos frágil que la que podría tenerse en la receptividad de la especie humana si se la dejara a su suerte, por lo que cada cuento tiene su destinatario, que, como se sabe, no es un lector cualquiera, sino uno al que se imagina consciente del proceso de degradación social comenzado hace miles de años, pero agudizado en nuestra realidad inmediata con la aparición de los imperios en la época prehispánica y con la sanguinaria experiencia del coloniaje y su consolidación posterior a 1821. Coloniaje que goza de cabal salud, al igual que sus taras y contradicciones. Coloniaje que ha configurado colectivos e individuos con personalidad ambigua, ambivalente, proclives al pacto con el poder antes que a cambiar aquello que los aniquila, donde quien está inconforme es un enemigo y quien denuncia lo es dos veces.
El narrador no se oculta, se muestra y revela muy profundamente aquello que lo acota y lo hace rebelarse. Se coloca en contexto, en medio de la balacera pues, al tiempo que se aleja para observar con agudeza desde el lunar en el rostro del otro y en el suyo hasta el medio donde se esfuerza por no soltar sus fichas y renunciar al derecho a jugar limpio. En este logro narrativo tiene todo que ver el oficio del escritor, quien, al ser “asaltado” por un tema, busca y encuentra la razón para este abordaje, así como aquel punto en el que sus preocupaciones personales se unen con las de su especie y con la historia que lo envuelve y que incluso lo precede. A veces el cuentista escoge, y otras veces siente como si el tema se le impusiera irresistiblemente y lo empujara a escribir, dice Julio Cortázar en "Algunos aspectos del cuento".
Este cuentario en tres partes: El silencio de una voz (11 cuentos), Soles urbanos (15 cuentos) y Sesión apocalíptica (14 cuentos) es un renovado y bastante portable “Libro de las revelaciones”, pues al igual que el Apocalipsis de Juan es un texto profético, con un trasfondo histórico, que refiere las persecuciones sufridas, no por los cristianos o no sólo por éstos, quizá sean éstos los únicos no perseguidos en este libro. Sesión apocalíptica permite vislumbrar lo que podría ocurrir en caso de aferrarse a mantener los sentidos apagados, pero no ofrece los consejos que Juan dio entonces a los cristianos que se mantenían en guerra con los creyentes de las antiguas religiones lo que, hasta antes del Concilio de Nicea, significaba estar en guerra con el imperio.
Los narradores de Sesión apocalíptica, cada cual a su manera y desde sus distintas perspectivas, de ninguna manera aconsejan, sino que en términos posmodernos presentan a los destinatarios la oportunidad de mirarse en ese espejo fragmentado que sin pretender ser ejemplar acaba siéndolo; sin pretender moralizar ni ofrecer una ruta a través de la cual llegar a la luz encendida por alguien más, no obstante despierta los sentidos, incitando a quien tenga ojos y sepa leer a hacer una reflexión postergada por una conciencia adormecida o atontada por los embates de la mencionada “canallería” pesada: una educación que desvincula a las personas de su identidad y del acceso a sus derechos humanos; unos medios desinformantes y al mismo tiempo adoctrinadores; un gobierno, ese extraño enemigo, al cual tendríamos que dedicar las estrofas más combativas del himno nacional, entre otros cientos o miles de “efectivos” con los que se enfrenta quien aspira a ser ciudadano y no sólo respirante, no a veces sino cada minuto de su existencia.
En palabras de Cortázar, el cuento quiebra el límite espacial que lo define y que lo diferencia de la novela, pero lo hace a través de su significación, “con esa explosión de energía espiritual que ilumina bruscamente algo que va mucho más allá de la pequeña y a veces miserable anécdota que cuenta.” Los cuentos de Abraham Sánchez Guevara, hermano ateo de Juan y colega escurridizo de Julio, darían a sus lectores la oportunidad no de mantener una fe sino de destruir todo vestigio de ella para elaborar sus propias iluminaciones paganas, individuales, para soportar las angustias no con entereza sino con una cierta hambre de empoderamiento, no para dominar ni humillar sino para ejercer la libertad de conciencia; tampoco para colocar la esperanza de una vuelta al reino de ningún dios como premio para los firmes.
En este libro no hay lugar para los fuertes, sino para los que procuran tercamente sacudir las escalas de valores, exhibiendo los paradigmas de misal y de misantropía con que se nos enseña a ser mansos y despiadados. El punto final o el nuevo eje que habrá de dotar de sentido a lo contado es asunto de los lectores, de nadie más.

*

Amadeo Estrada Nieto se ha desempeñado en áreas científicas y artísticas. Su formación de biólogo le ha llevado a trabajar en temas de filosofía de la ciencia, en donde postula una idea propia, llamada Ciencia Difusa. También ha hecho divulgación científica, durante 10 años en la radio, así como docencia en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Escribe y canta. Ha publicado cuentos y poemas y su interés por el canto hace que lo estudie y se haya presentado en ópera. Cercano al ámbito radiofónico, dirigió Opus 94, estación cultural del Instituto Mexicano de la Radio, IMER, y coordinó la programación musical de Radio Educación.

En tiempos en los que se sobrentiende o mal comprende que el arte y la literatura han de ser una “propuesta”, algo que siempre me ha parecido que carece de razón, puesto que la creación artística tiene un componente esencialmente propio, individual y no requiere ser una transacción, el libro Sesión apocalíptica de Abraham Sánchez Guevara posee precisamente esa característica principal de la que hablo: es el libro de un autor que nos afirma y duda desde lo auténtico de su infancia, desde la sexualidad referida al presente y frecuentemente al inicio de la misma, nos habla de sueños y los contrasta con una perspectiva crítica de la sociedad, en la que ésta a menudo es sórdida. Ya al inicio, en el primer texto, dice que en medio del estruendo de palabras, “nadie escucha nada” y en "Prisionero" hay un desencanto por una vasta sociedad, cada vez más miserable y sus repercusiones en la ilusión o en lo justo.
Abraham defiende el asombro en contraposición con la costumbre; los sueños, como escapatoria de esa realidad sinsorga y afirmación de aquella inherente a los mismos, tan real como cualquier otra. Vivir en ese mundo resulta más atractivo que terminar dándose cuenta demasiado tarde de la necesidad de haberlo hecho, como se descubre en uno de sus textos (". o ."). En Sesión apocalíptica nos encontramos con historias logradas y también en ocasiones con potentes imágenes casi estáticas, que quedan en la mente para ser digeridas con lentitud.
Sánchez Guevara conoce el mundo académico literario pero mantiene sus textos en una frescura y goce que se defiende de aquello que acaso la academia haría perder, como le ocurre a uno de sus personajes. Nos dice que la literatura ha de ser cotidiana y escribe particularmente lejos de las sublimaciones, quizás podemos ver igualmente un alejamiento de la idea de la “excepcionalidad”. A menudo incluso devela explícitamente al lector las técnicas del literato para lograr alguna finalidad y, al establecer así una relación franca con el mismo, muestra que hay maneras de hacerlas irrelevantes. Si esto bien es una constante en el libro, en el cuento "Si él pudo" queda explicitado.
Sesión apocalíptica tiene 3 grupos de textos: El silencio de una voz, Soles urbanos, y termina con la Sesión apocalíptica. Resalto del primero, con relatos muy cortos, imágenes, el ludismo que podemos encontrar en "La creación del piñón", la podredumbre "En las puertas de la iglesia" y la escasez de recovecos, pero acaso el único que queda está entre los amantes, en "Noches de día". Los Soles urbanos hacen nacer historias muy atractivas, como "Prisionero", "María" o "Cuadrito". Los últimos dos viven en el mundo onírico y "Cuadrito" se comunica con otro texto: "Metamorfosis", en donde la realidad puede ser una imagen quiral de la que se vive y lo aparentemente opuesto no es realmente una antípoda sino una parte más de uno mismo. "María" nos lleva por sueños dentro de sueños, las edades y los lugares se pierden. A lo largo de un descubrimiento, o redescubrimiento, de la sexualidad, dudamos sobre qué es la realidad. En "El ciclo de las mariposas", lo que precisamente no hacen esas mariposas anodinas es volar y resalta lo monstruoso de lo trivial y el gran atractivo de lo que habitualmente se toma por horror. En los dos textos que acabo de mencionar, "María" y "El ciclo de las mariposas", como en otros más, se evidencia la hipocresía social, las máscaras, tan caras que cuestan vidas en el sentido de la relevancia de las mismas, como sucede en el último, y la religión o la institución religiosa, siempre de la mano instruyendo los modos superficiales en las vidas vanas.
En "Pluma de cuervo", un temeroso monje quiere atrapar al ave, pero termina siendo cautivado y, en cierta forma, capturado por la misma. El religioso encuentra algún regocijo en la supuesta aventura y en una intuida metamorfosis, quizás, o al menos en el misterio sobre otro personaje; sin embargo, todo ello queda en un plano menor cuando el autor declara su intención diciendo: “Los temerosos pueden al menos imaginar que viven grandes aventuras”, lo que parece hacer escapar este cuento del contorno y meterlo en una alusión a la tradición oriental.
En estos tiempos, resalta la ajedrecracia, como Abraham renombra la partitocracia y el juego en el que quedamos sumidos la sociedad, dejada o con falta de valía para hacer algo relevante, como la describe en "El condimento de cada día". Surge el hastío y acaso la necesidad de la violencia extrema sólo para dormir, dice uno de los textos. En otro, lo único bueno que pudo tener "Un buen tipo" fue un roce ético de niño, que pronto la sociedad y la realidad -esa que no supo inventar, ensoñar, como sí hace el autor y afirma que es la única salida-, le devoran y sumergen en la imposibilidad, a pesar de, aparentemente, tenerlo todo. Este logrado texto se comunica con "Grieta", en donde las buenas descripciones muestran cómo la vida de la gente que se hace reflexiones desaparece casi sin rastro, frente a la permanencia de los insubstanciales. Esa misma prisión es la que parece un destino en "Los tres niños buenos", en donde vemos los orígenes de la injusticia, pero no la voluntad ni capacidad acaso para salir de ella en una sociedad sin mérito.
Aquellos con ideas purificantes, que abundan hoy, lean "Renacer", cuyas reflexiones aterrizan las burbujas de cristal. Son frecuentes las cavilaciones filosóficas. En "Bosque de noche" un revestimiento de delirios o de realidades pesadillescas, las que el autor nos dice constantemente que son, no sólo que pueden ser, sino que esas son, da paso a fantasías sexuales orgiásticas con ménages a quatre y la duda siempre sembrada. Un texto muy moderno o modernizante es "El silencio de una voz", que se encuentra involuntaria y afortunadamente con la película Stranger than fiction, en el que una voz lleva a un hombre anodino hasta volverlo más nimio aún y desproveerlo incluso de la libertad de pensar, para quedar en el mismo estado en el que quedan otros protagonistas bajo formas distintas en el libro.
En Sesión apocalíptica hay una riqueza y goces claros en la infancia, en la adolescencia, en la sexualidad, en los sueños, en la metamorfosis, todos ellos escapes posibles, reales, de lo que identifica como una evidente sombra apocalíptica y mezquina: la sociedad.
Las últimas palabras del libro defienden la importancia, acaso lo único relevante, incluso, en los individuos con sustento que viven la imaginación, la crítica y también el goce:

La realidad es
una piedra que se puede tocar en diferentes partes
un árbol que se puede oler en diferentes lugares
un pan que se puede probar con diferente hambre
unos pasos que se pueden oír
con diferente ánimo
una piel que se puede mirar en diferentes horas


*

Respuesta del autor a una pregunta.


Rodrigo Díaz: Bueno, pues antes que nada.
Abraham Sánchez Guevara: El metal no morirá (risas).
R.D.: El metal nunca morirá (risas). Antes que nada quiero decir que yo quiero mucho a Abraham. Antes de ser un gran escritor es una gran persona y creo que eso se refleja en sus textos. No te quiero porque escribas bien. Aunque no lo fueras yo te querría igual porque eres una persona que ha estado en los momentos más difíciles de mi vida. Hace rato tú dijiste que tus textos no tenían todas las cualidades que describieron cada uno de ellos. ¿Tú cuáles son las cualidades que crees que tienen tus textos?, ¿qué crees que expresan tus textos?
A.S.G.: Ay… Pues, estuve pensando, si alguien me hiciera una pregunta así qué podría responder. Casi no lo pensé. Solamente, durante estas dos semanas no dejé de pensar en eso. Voy a sonar… Bueno, no importa. A mí me interesa encontrar la verdad y decirla. No sé si la encontré ni si la digo. Pero eso es lo que a mí me interesa. Hay un interés ético en la literatura. No solamente me gustaría escribir bien, o bonito o interesante, o atractivo, sino me gustaría decir la verdad. Mucha gente dice, ¿y cuál es la verdad?, eso es relativo. Tal vez, y entonces yo diría, la verdad para mí, lo que yo creo, lo que yo observo de las cosas. Y que además son cosas que mucha gente observamos. Y la gente que no observa esas cosas, pues… No voy a anatemizarlos, a decir que no ven la verdad o que deben morir. Bueno, a veces sí lo pienso (risas). Pero, más bien pienso que están de otro lado. Yo estoy del otro lado que ellos. Y, muchos de los que estamos aquí, aunque suene muy gregario y muy bárbaro, estamos de un lado, del lado de la verdad. Hay algunas cosas que no se pueden relativizar tanto, ¿me explico? Hay algunas que sí pero hay otras que no. Esa es una de las cosas que a mí me interesan.
Creo que vivimos en un mundo de mucha mentira y mucha hipocresía. Es decir, todos mentimos. Y lo hacemos a veces, o más o menos seguido. Pero el mundo realmente está basado en mentiras y proclama que eso es la verdad, y te obliga a aceptarlo como verdad. Y si tú no aceptas su verdad que es una mentira entonces resulta que el que miente y el que está mal eres tú. Es decir, el sistema está organizado de una manera completamente anti ética. Y en ese sentido hay que señalar la mierda del sistema. Yo estoy traumado con la religión y con la autoridad y, las detesto. Me parece que son parte de la mentira. Parte del sistema que se basa en la mentira y que la ejerce todo el tiempo. Y que a veces dicen verdades, pues sí, a veces dicen verdades. Pero por lo general no. Y muchos dirán “¡Qué muchacho tan negativo, tan amargado!” Pero la verdad en lo personal cada vez soy más feliz, o no más feliz, me mantengo más o menos, pero desde que adopté esta actitud me siento muy bien. […]
Isaura decía que mis textos son anticuentos. Por un lado me gusta lo anti. Me gusta el Anticristo. Me gustan algunas cosas anti, me encantan. Pero el problema de la palabra anti, o más bien, del prefijo, es que le imprime negatividad a lo que sigue. Y yo no me considero un escritor negativo en ese sentido. Claro que estoy en contra y soy anti muchas cosas. Pero ese ser anti es afirmar otras, ¿me explico? Es decir, el sistema te va a llamar anti, pero lo que realmente es anti, es el sistema. El sistema es antihumano. Entonces ser antisistema es ser antianti. Bueno, eso es lo que yo creo.

miércoles, 14 de marzo de 2012

El filósofo y el lobo



Mark Rowlands, El filósofo y el lobo, Diana, México, 2009

Rugger, un perro pit bull, “perdió los estribos, agarró a Brenin [el lobo] por el cuello y lo inmovilizó contra el suelo. […] Sin embargo, es la reacción de Brenin la que siempre recordaré. La mayoría de los cachorros habría salido chillando conmocionada y atemorizada. Brenin gruñía. No era el gruñido de un cachorro, sino un gruñido grave, sereno y sonoro que desmentía su tierna edad. Eso es fuerza. Y eso es lo que siempre he tratado de tener presente y espero tener siempre presente. Siendo el simio que soy no seré capaz, pero tengo la obligación, la obligación moral, de no olvidarlo nunca y emularlo en la medida que pueda. Con que sea igual de fuerte que un lobezno de dos meses, en mí no prevalecerá el mal moral.
”Un simio habría salido disparado a tramar solapadamente su venganza, a dar con formas de generar debilidad en quienes son más fuertes que él y lo han humillado. Y cuando hubiera terminado con eso podría hacer el mal. Soy un simio por accidente, pero en mis mejores momentos soy un lobezno que gruñe en señal de rebeldía al pit bull que me tiene contra el suelo. Mi gruñido es una forma de expresar el dolor, ya que el dolor es la esencia de la vida. Es la expresión de que no soy más que un lobezno y en cualquier momento el pit bull de la vida puede partirme el cuello como si fuese una ramita. Pero también es la voluntad de que no me echaré atrás, pase lo que pase.
”Una vez tuve un colega que se salía de lo común entre los filósofos en el sentido de que era creyente. Solía decirles a sus alumnos: ‘Cuando la mierda os salpique creeréis.’ Puede que sea eso lo que pase. Cuando la mierda salpica, la gente busca a Dios. Cuando la mierda salpica, yo recuerdo a mi lobezno.”
p. 133

“No miramos a los otros simios, sino que los vigilamos. Intrigamos, conspiramos, calculamos probabilidades, sopesamos posibilidades, y todo ello mientras esperamos que surja la oportunidad de sacar tajada. Las relaciones más importantes de nuestra vida son medidas en términos de superávit y déficit, beneficios y pérdidas. ¿Qué has hecho por mí últimamente? ¿Me satisfaces? ¿Qué gano yo estando contigo y qué pierdo? ¿Podría irme mejor? El cálculo dirigido a la sociedad como un todo ―un cálculo moral más que prudencial― es simplemente una extensión de esta destreza básica. Para nosotros, los simios, es natural pensar en términos contractuales, ya que el contrato no es sino un sacrificio deliberado a cambio de una ganancia prevista. La idea del contrato sólo es una codificación ―una explicitud― de algo que reside en lo más profundo de nuestro ser. El cálculo llega hasta la esencia del contrato y hasta el corazón del simio que hay en nosotros. El contrato es una invención de los simios para los simios: no puede decir nada de la relación existente entre un simio y un lobo.
”¿Por qué queremos, al menos algunos de nosotros, a nuestros perros? ¿Por qué quería yo a Brenin? Me gustaría pensar ―y aquí debo recurrir de nuevo a la metáfora― que nuestros perros apelan a algo que se halla en lo más recóndito de una parte de nuestra alma olvidada hace ya mucho tiempo. Aquí es donde reside un nosotros más antiguo, una parte de nosotros que ya existía antes de que nos convirtiéramos en simios. Es el lobo que fuimos un día, y este lobo entiende que la felicidad no se puede hallar en el cálculo; entiende que ninguna relación verdaderamente importante se puede basar en un contrato. Primero está la lealtad, algo que debemos respetar aunque el cielo se venga abajo. El cálculo y los contratos siempre vienen después, igual que la parte símica de nuestra alma viene después de la lupina.”
p. 161

“Una manera útil de calificar a los seres humanos es como una clase especial de adictos o yonquis. Esto, con la posible excepción de algunos de los grandes simios, no es cierto en el caso de los demás animales. Los seres humanos no son, en general, yonquis farmacológicos, aunque es evidente que algunos sí. Pero son yonquis de felicidad. Los yonquis de felicidad comparten con sus primos los yonquis farmacológicos de siempre un ansia apremiante de algo que en realidad no les hace tanto bien y tampoco es tan importante. Sin embargo, en un sentido claro, los yonquis de felicidad son peores: un yonqui farmacológico tiene una idea equivocada de cuál es el origen de su felicidad, mientras que el yonqui de felicidad tiene una idea equivocada de qué es la felicidad. A ambos les une la incapacidad de apreciar lo que es más importante en la vida.
”[…] Esto es lo que define a los seres humanos: la eterna y vana búsqueda de sentimientos. Ningún otro animal lo hace. Sólo los seres humanos creen que los sentimientos son tan importantes.
”Una consecuencia de esta fijación obsesiva en los sentimientos es que los seres humanos tendemos a la neurosis. Esto se da cuando la fijación pasa de generar sentimientos a analizarlos. ¿Eres realmente feliz con la vida que llevas? ¿Entiende bien tu pareja tus necesidades? ¿De verdad le llena criar a tus hijos? Desde luego que no hay nada malo en analizar tu vida. La vida es lo único que tenemos, y vivir una buena vida, lo más importante. Sin embargo, es propio de los seres humanos interpretar de manera retorcida la forma que ha de adoptar dicho análisis: pensamos que analizar nuestra vida es exactamente lo mismo que analizar nuestros sentimientos. Y cuando analizamos nuestros sentimientos, cuando miramos en nuestro interior y vemos lo que hay y lo que no, la respuesta a la que llegamos suele ser negativa: no nos sentimos como queremos sentirnos o como creemos que deberíamos. Entonces ¿qué hacemos? Como buenos yonquis de felicidad que somos, vamos en busca del próximo chute: un amante, un coche nuevo, una casa nueva, una vida nueva…, algo nuevo. Para el yonqui la felicidad siempre va unida a lo nuevo y exótico en lugar de a lo viejo y familiar. Y si todo lo demás falla ―y a menudo es así―, ahí está un ejército de profesionales altamente retribuidos que tendrá mucho gusto en decirnos cómo conseguir el próximo chute.”
p. 178-181

“tanto si [Brenin] salía airoso [en su caza de conejos] como si no, venía hacia mí dando brincos, siempre igual, los ojos resplandecientes, echándoseme encima entusiasmado. Estoy bastante seguro de que eso era un lobo feliz, y en tal caso su felicidad poco tenía que ver con el deleite de sentir que sus mandíbulas se cerraban en torno a la carne del conejo.”
p. 185

“la felicidad es en sí misma desagradable en parte. Ésta es una verdad necesaria sobre la felicidad: la felicidad no podría ser de otra manera. En la felicidad, los aspectos agradables y desagradables conforman un todo indisoluble. No se pueden separar sin que todo se desmorone.”
p. 187

“La vida no tiene sentido, al menos no como suele entenderlo la gente, de manera que el dolor y el sufrimiento no contribuyen a crear ese sentido. No obstante, pronto entendería que la vida puede tener valor, y puede tener valor debido a determinadas cosas que suceden en ella. Sentarme en la hierba alta, viendo a Brenin acechar conejos, me enseñó que en la vida es importante asegurarse de que uno persigue conejos y no sentimientos. Lo mejor de nuestra vida ―los momentos en que, como diríamos, más felices somos― es agradable y profundamente desagradable a un tiempo. La felicidad no es un sentimiento: es una forma de ser. Si nos centramos en los sentimientos, nos perderemos lo esencial.”
p. 191

“El amor tiene muchas caras, y si uno ama ha de ser lo bastante fuerte para contemplarlas todas. La esencia de la philia es, creo yo, mucho más dura y mucho más cruel de lo que nos gustaría admitir. Hay algo sin lo cual la philia no puede existir, y no tiene que ver con los sentimientos, sino con la voluntad: la philia es la voluntad de hacer algo por quienes forman parte de nuestro grupo aunque no queramos hacerlo de ninguna manera, aunque nos horrorice y nos asquee, aunque tengamos que pagar un precio muy elevado, tal vez más de lo que podamos soportar. Lo hacemos porque es lo mejor para ellos; lo hacemos porque tenemos que hacerlo. El amor a veces asquea, el amor nos puede condenar para toda la eternidad, el amor nos llevará al infierno. Pero si tenemos suerte, mucha suerte, nos traerá de vuelta.”
p. 214

“La muerte, sea lo que fuere, no es algo que sucede en la vida. Wittgenstein dijo una vez que su vida era tan infinita como ilimitado era su campo visual. Obviamente, no se refería a que vivimos para siempre: el propio Wittgenstein murió, también de cáncer, en 1951. Más bien quería decir que la muerte es el límite de la vida, y el límite de la vida no es algo que sucede en dicha vida, al igual que el límite del campo visual no es algo que sucede en dicho campo. El límite del campo visual no es algo que se ve: se es consciente de él precisamente por lo que no se ve. Lo mismo ocurre con todos los límites: el límite de algo no forma parte de la cosa en cuestión; de ser así, no sería su límite.
Si aceptamos esto, se nos plantea de inmediato un problema: al parecer, la muerte no puede ser dañina para quien muere. La versión clásica del problema la dio a conocer Epicuro, el filósofo griego de la Antigüedad, dos mil años antes de Wittgenstein. La muerte, sostenía Epicuro, no puede dañarnos. Mientras vivimos, la muerte no ha acaecido, de manera que no nos puede haber hecho daño aún. Y cuando morimos ―dado que la muerte es el límite de nuestra vida y no un suceso en ella― ya no existimos para que nos pueda hacer daño. Por consiguiente, la muerte no puede ser mala, al menos no para quien muere.
¿Qué falla en el planteamiento de Epicuro? Es más, ¿falla algo? Entre los seres humanos existe la opinión casi generalizada de que algo falla. Y también parece haber un considerable grado de acuerdo con respecto a por qué falla: la muerte nos hace daño por lo que se lleva. La muerte es lo que los filósofos llaman un daño por privación. Ésa, sin embargo, es la parte fácil. La difícil consiste en entender qué nos arrebata y cómo puede arrebatarnos nada si ya no existimos.
Si respondemos estas preguntas diciendo que la muerte nos hace daño porque nos arrebata la vida, no llegaremos muy lejos, ya que si Wittgenstein tiene razón y la muerte es el límite de la vida y, por tanto, no acaece en nuestra vida, vida es justamente lo que no tenemos cuando nos sobreviene la muerte. Y sólo se nos puede arrebatar algo si tenemos ese algo. Así que ¿cómo nos puede arrebatar la muerte algo que ya no tenemos?
[…]Creo que nosotros, los seres humanos, tratamos indefectiblemente de entender por qué la muerte es mala para quien muere en términos de conceptos como deseo, objetivo y proyecto.
Podría parecer que no hemos avanzado en el problema de Epicuro. Si la muerte es el límite
de la vida, y no algo que ocurre en ella, cuando acaece ya no existimos para que se nos prive de nada, incluidos deseos, objetivos y proyectos. Sin embargo, deseos, objetivos y proyectos tienen una cosa en común, algo que resulta crucial para el problema de Epicuro: están lo que podríamos llamar dirigidos al futuro; por su propia naturaleza nos dirigen más allá del presente hacia el futuro.
[…] El futuro no existe todavía, así que ¿cómo se puede perder? […]Puede que sea posible tener futuro, pero no en el mismo sentido en el que se podría tener una espalda ancha o un reloj Rolex. […] Tenemos futuro porque tenemos ―aquí y ahora― estados que nos dirigen hacia un futuro o nos ligan a él. Estos estados son los deseos, objetivos y proyectos. En palabras de Martin Heidegger, cada uno de nosotros es un ser-futuro.
[…]En comparación con otros animales, los seres humanos pasamos una cantidad de tiempo desproporcionada haciendo cosas que, al menos en cierto grado, preferiríamos no hacer. Lo hacemos debido a la visión de cómo nos gustaría que fuera nuestra vida en el futuro […] Pero hacemos esas cosas de todas formas porque albergamos determinados deseos, unos deseos que no se pueden satisfacer ahora ni en un futuro inmediato, pero que podrían ser satisfechos, si somos lo bastante capaces, lo bastante afortunados y lo bastante trabajadores, en un futuro indeterminado. […] Morir es peor para un ser humano que para cualquier otro animal. A la inversa, la vida de un ser humano es más importante que la de cualquier otro animal. Ésta no es más que otra faceta de la [supuesta] superioridad humana: perdemos más cuando morimos.
[…]Que perdamos más cuando morimos no es prueba de nuestra superioridad; antes bien, nos da una pista de nuestra condena. El motivo es que incorporada a esta idea de la muerte se halla una determinada noción del tiempo. E incorporada a esta noción del tiempo se halla una visión del sentido de la vida. […] tenemos futuro porque teneos aquí y ahora, estados que nos dirigen hacia ese futuro: deseos, objetivos, proyectos. Imaginemos que éstos son flechas que van directas al futuro. […] algunas son flechas encendidas que van directas a la oscura noche del futuro e iluminan ese futuro para nosotros. […] la muerte daña más a las criaturas cuyas flechas son encendidas.”
p. 227-237

“Es el miedo que nos inspira la línea [del tiempo] lo que hace que siempre queramos lo que es diferente. Cuando nuestras mandíbulas se cierran sobre el pain au chocolat no podemos evitar ver los otros pains au chocolat que salpican la línea, hacia delante y hacia atrás. Nunca podemos disfrutar el momento por lo que es en sí mismo porque, para nosotros, el momento nunca es lo que es en sí mismo: el momento se ve postergado incesantemente tanto hacia delante como hacia atrás. Lo que cuenta como ahora para nosotros lo constituyen nuestros recuerdos de lo que ya ha pasado y nuestras expectativas de lo que está por llegar. Y esto equivale a decir que para nosotros no existe el ahora. El momento del presente se ve aplazado, distribuido a lo largo del tiempo: el momento es irreal. El momento siempre se nos escapa. Y, por tanto, para nosotros el sentido de la vida nunca puede residir en el momento.
Desde luego que amamos nuestras rutinas y rituales, algunos de nosotros, pero también anhelamos lo diferente. Debería haber visto la cara de mis tres cánidos cuando me ponía a repartir los pains au chocolat cada mañana: la ilusión temblorosa, los ríos de saliva, la concentración, que de puro intensa casi rayaba en lo doloroso. En lo tocante a ellos, podrían seguir comiendo pains au chocolat hasta la eternidad. Para ellos el momento en que sus mandíbulas se cerraban sobre el pain au chocolat era completo en sí mismo, estaba libre de otros posibles momentos dispersos en el tiempo. No podía verse aumentado ni disminuido por lo que ya había pasado y lo que estaba por llegar. Para nosotros ningún momento es completo en sí mismo. Cada momento se ve adulterado, empañado por lo que recordamos que ha sido y lo que anticipamos que será.”
p. 240-241

“Supongamos que tu vida no es una línea. Supongamos que el tiempo es un círculo y tu vida se repetirá una y otra vez, retornando eternamente, tal y como describía el demonio de Nietzsche [en La gaya ciencia]. Tú sigues siendo la persona con la que tendrás que pasar la eternidad, pero la eternidad ahora es un círculo y no una línea, de manera que no tienes más oportunidades de mejorar o perfeccionar. Hagas lo que hagas, deberá hacerlo ahora.
Si eres fuerte, pensaba Nietzsche, harás lo que sientes que debes hacer ahora. Si, como él decía, tu vida y tu espíritu están en alza, querrás convertirte ahora en la clase de persona con la que querrías pasar la eternidad. Pero si eres débil, si tu espíritu está en declive ―si te sientes cansado―, te refugiarás en el aplazamiento, en la idea de que siempre podrás hacer lo que tienes que hacer después, en la vida que está por venir. El eterno retorno, pues, es una forma de juzgar si usted es un espíritu en alza o en declive. A eso es a lo que me refiero al decir que se trata de una prueba existencial.
Sin embargo, hay una cosa más que hace la idea del eterno retorno, y creo que es la más importante: socava la noción del sentido de la vida implícita en la noción del tiempo como una línea. [Si pensamos el tiempo como una línea, los momentos escapan continuamente y el sentido de la vida no se encuentra ahí; si el tiempo es un círculo, el sentido de la vida no avanza y los momentos no escapan, sino que se reiteran y son completos en sí mismos]
p. 244-246

“Fascinados y asqueados a la vez por la flecha del tiempo, nuestra repulsión nos hace buscar la felicidad en lo nuevo y lo diferente, en cualquier desviación de la flecha del tiempo. Pero nuestra fascinación con la flecha implica que cualquier desviación de la línea de la flecha simplemente crea una nueva línea, y nuestra felicidad ahora requiere que también nos desviemos de esa línea. La búsqueda de la felicidad por parte del ser humano es, por tanto, regresiva y vana.”
p. 246

“Cuando no se tiene noción de nunca más no existe la sensación de pérdida. Para un lobo o un perro, la muerte sí es el límite de la vida, y por este motivo la muerte no ejerce su dominio sobre ellos.”
247

“Si el tiempo es un círculo, nunca más no existe, y, por tanto, la existencia de uno no se organiza en torno a la visión de la vida como un proceso de pérdida.”
p. 247

La perra Nina “Comprendía que la verdadera felicidad reside únicamente en lo que es igual, en lo que no cambia, en lo que es eterno e inmutable. Nina comprendía que lo real es la estructura, no los imprevistos. Comprendía que toda dicha aspira a la eternidad [Nietzsche], que si uno ha dicho sí a un momento le ha dicho sí a todos. Su vida es un testimonio de la irrelevancia del nunca más.”
p. 248

“Al observar los sufrimientos de Brenin me preguntaba cómo me habría comportado yo si tuviese cáncer. Para Brenin el cáncer era una dolencia del momento: en un momento se sentía bien, pero en otro, una hora después, se sentía mal. Sin embargo, cada momento era completo en sí mismo y no guardaba relación con ningún otro. Para mí el cáncer sería una dolencia del tiempo, no del momento. Lo terrible del cáncer ―de cualquier enfermedad humana grave― es que se extiende a lo largo del tiempo. Es tan horrible porque interrumpe las flechas de nuestros deseos y nuestros objetivos y proyectos, y lo sabemos. Yo me habría quedado en casa para descansar. Me habría quedado en casa para descansar aunque en ese momento me sintiera bien. Eso es lo que uno hace cuando tiene cáncer. Como somos criaturas temporales, nuestras enfermedades graves son plagas temporales. Su horror consiste en lo que hacen a lo largo del tiempo. Debido a ello ejercen un dominio sobre nosotros que no pueden ejercer sobre una criatura del momento.”
p. 254

“Gran parte de nuestra vida la pasamos viviendo en el pasado o en el futuro. (...) Las criaturas temporales pueden ser neuróticas de un modo que no pueden serlo las criaturas del momento.”
p. 256

“La idea de que el sentido de la vida es algo que se puede poseer es, intuyo, un legado de nuestra codiciosa alma símica. Para un simio tener es muy importante. Un simio se mide a sí mismo en términos de lo que tiene. En cambio, para un lobo lo crucial es ser, más que tener. Para un lobo lo más importante en la vida no es poseer una cosa o una cantidad de algo determinadas, sino ser cierta clase de lobo.”
p. 266-267

“El sentido de la vida reside precisamente en aquellas cosas que las criaturas temporales no podemos poseer: momentos.”
p. 267
“Lo importante son los momentos y no la persona a la que se supone (erróneamente) que muestran. Esa es la dura lección.”
p. 269

lunes, 30 de enero de 2012

Fragmento de "Desagravio de la profesión literaria"

A la experiencia sufraga la razón. El ejercicio literario, siendo conforme al genio, y no excediendo en el modo, tiene mucho más de dulzura que de fatiga: luego no puede ser molesto, o desapacible a la naturaleza, y por consiguiente ni perjudicial a la vida. He puesto las dos limitaciones de ser conforme al genio, y no exceder en el modo; pero éstas son transcendentes a toda ocupación, pues ninguna hay que siendo, o en la cantidad excesiva, o respecto del genio violenta, no sea nociva. ¿Qué cosa más dulce hay, que estar tratando todos los días con los hombres más racionales, y sabios que tuvieron los siglos todos, como se logra en el manejo de los libros? Si un hombre muy discreto, y de algo singulares noticias, nos da tanto placer con su conversación, ¿cuánto mayor le darán tantos como se encuentran en una Biblioteca? ¿Qué deleite llega al de registrar en la Historia todos los Siglos, en la Geografía todas las Regiones, en la Astronomía todos los Cielos? El Filósofo se complace en ir dando alcance a la fugitiva naturaleza: el Teólogo en contemplar con el telescopio de la revelación los Misterios de la Gracia. Y aunque es cierto que en muchas materias no se puede descubrir el fondo, o apurar la verdad, en esas mismas se entretiene el entendimiento con la dulce golosina de ver los sutiles discursos conque la han buscado tantas mentes sublimes.

Benito Jerónimo Feijóo

sábado, 21 de enero de 2012

Recuerda a los caídos

(Traducción de canción de Sodom)

Honra a los héroes caídos
Ve su última morada
Perecieron en la batalla de las naciones
Donde encontraron la paz eterna
¿Sabes el uso de sus condecoraciones?
Premiados por patriotismo
Dejaron su vida en el fuego
Pero ni siquiera supieron por qué

Recuerda a los caídos
Recuerda a los caídos

Bajo el mando de dictadores despóticos
Marcharon a luchar en una guerra sin sentido
La mayoría eran sólo títeres y niños
La batalla estaba perdida antes de empezar

Fraternales en corazón y mano
Sabemos que nunca regresan.
Con un esfuerzo combinado
Y la creencia en dios
Su único deber como carne de cañón
Kamikaze como bombas vivientes
Impulsados en la navaja abierta
Engañosa y maliciosa

Recuerda a los caídos
Recuerda a los caídos

Sus almas atormentadas nunca descansarán
Nos harán pagar por su muerte inocente
Derramarán nuestra sangre orgullosa
Represalias en pie de guerra


Original:

Remember the Fallen

Honour the fallen heroes
See their last resting place
Perished in the battle of nations
Where they found eternal peace
Do you know the use of their decorations?
Awarded for patriotism
They left their life in fire
But don't know even why

Remember the fallen
Remember the fallen

To the command of despotic dictators
They marched to fight in a senseless war
Most of them were just puppets and children
The battle was lost before it began

Brotherly in heart and hand
Know that they never come back
With combined effort
And the believe in god
Their duty only as cannon fodder
Kamikaze as living bombs
Driven into the open knife
Deceitful and malicious

Remember the fallen
Remember the fallen

Their tormented souls will never rest
To pay us back for their innocent death
No quarter she'd our proud blood
Retaliation on the warpath