miércoles, 13 de marzo de 2013

Escuela

Escuela. Manicomio. Asilo. Reclusorio. Iglesia. Fábrica.
En alguno de estos lugares estaremos condenados hasta morir.
Los de arriba, desde la torre, vigilan los que consideran su propiedad, juegan al ajedrez sin saber muchas veces que son jugados a su vez por alguien más. Están fascinados por estar en la torre idolatrada y harían cualquier cosa, o casi, por permanecer ahí. Es la prioridad de su existencia. Son los más ingenuos porque, siendo igual de esclavos, creen que no lo son.
Los de en medio son considerados, igual que los de abajo, propiedad de los de arriba, pero deben creer que tienen muchas posibilidades de subir hasta la torre. Con esta promesa pueril se consigue que realicen el trabajo más sucio, que no es recoger basura o excremento, sino encargarse del sometimiento de los de abajo y desplazar a sus iguales para evitar que le den a otro su codiciado ascenso. Por este trabajo reciben algunos privilegios y migajas, que aumentan entre mejor lo realicen.
Algunos quieren ser redentores y, aunque su intención es noble, suelen caer muy pronto en la corrupción más grande: aparentar ser enemigos de los de arriba, aparentar, incluso ante sí mismos, querer derrocar la torre y las instalaciones de sometimiento e irse colocando en realidad en esa estructura o en otra, esencialmente igual.
Los de en medio pueden todavía hacer conciencia de que también están abajo y son utilizados, de que la torre no debe ser idolatrada, sino derrocada poco a poco y día con día, y aliarse con los de más abajo sin detentar el poder sobre ellos, sino apoyándolos con recursos, como la educación rebelde, y aprendiendo también de ellos muchas cosas que ni imaginaban.
Los de abajo son los despreciados de todos, hasta de sí mismos. Son los que mantienen el mundo como es. Todos sabemos que son las víctimas aunque muchos justifiquen su situación. Pero son también los peores verdugos al seguir manteniendo a los de arriba y a este sistema. Hace mucho que se dijo que de ellos depende el sistema de opresión (y por ende, la liberación): si ellos no sirvieran, los de arriba no tendrían ninguna riqueza ni poder. Hace mucho que se dijo que sólo de ellos (no de alguien de arriba o de un ser imaginario) depende su liberación.
También a los de abajo se les ha hecho creer que pueden ascender haciendo trabajos sucios, empezando por ser seres abyectos, siervos sumisos. Desprecian a los que son como ellos, temen participar en rebeliones con sus pares porque el castigo puede ser incluso la muerte suya o de sus seres queridos. Sin embargo hay quienes se rebelan con valor y astucia, no para ascender a una torre, sino para derrocarla, y en los hechos han logrado desmantelar muchas instalaciones e incluso crear espacios de libertad y prosperidad real y colectiva. Muchos de estos proyectos fracasan, sin embargo el solo hecho de haber logrado mermar al sistema, de haber logrado la solidaridad humana, hace de estas vidas las más valiosas de todas.



Por fortuna

Por fortuna
el conocimiento no se limita a las instituciones
la belleza no se puede ocultar siempre
el rock no es sólo rockstars
el amor no se rinde fácilmente.


Abraham Sánchez Guevara