sábado, 31 de julio de 2010

El autodidacta

Hoy estamos tan acostumbrados a preguntar a los expertos sobre casi cualquier tema, que tenemos temor de dar un paso por nuestra propia cuenta. Sin embargo, los autodidactas, entre otros, han tomado la impopular decisión de recorrer por sí mismos un camino diferente. Creo que es San Juan de la Cruz a quien se le debe el siguiente consejo: para llegar a un punto desconocido es necesario tomar el camino que no se conoce. Hacer lo contrario, es decir, tomar el camino conocido, no encierra demasiada virtud. El autodidacta lo sabe ya que en infinidad de ocasiones invierte mucho tiempo descubriendo lo que otros ya descubrieron (el autodidacta se ahorcará con el hilo negro). No obstante, sabe también que su paciencia podría llevarlo a terrenos no pisados antes por ninguna imaginación. Novalis lo explicaba de este modo: “Un autodidacta tiene la gran ventaja, a pesar de todas las imperfecciones de su saber, de que cada idea nueva de la que se apodera entra inmediatamente en relación con el resto de sus conocimientos e ideas, mezclándose con el todo y dando así lugar a combinaciones originales y a muchos nuevos descubrimientos”. Es confortable saber que la opinión de dos autodidactas acerca de un mismo tema difícilmente será la misma: su opinión, al menos, no será guiada por el programa de una institución ni por ninguna otra convención académica.

Los autodidactas no son colegas como suelen serlo los abogados o los médicos, sino una suerte de anacoretas que viven alejados de los centros organizados del saber. Su ambición se reduce a la de cualquier hombre curioso a quien le interesa el conocimiento. No quiero decir que el autodidacta carezca de método (inductivo, racional, lógico o como quiera llamársele) ni que se desinterese por los descubrimientos de las instituciones universitarias, científicas, etcétera; más bien se dedica a la ambiciosa tarea de conocer, hasta donde le es posible, el mundo que lo rodea, por su propia cuenta.
(...)

Guillermo Fadanelli

jueves, 22 de julio de 2010

Trono de sangre

¡Qué extraños son los hombres! Tienen miedo de observar el fondo de su propia alma.

Akira Kurosawa

domingo, 18 de julio de 2010

Fragmentos de De la naturaleza de las cosas

la naturaleza del ánimo debe ser corpórea, ya que los dardos y choques corpóreos la hacen sufrir.
como (...) la tenuidad del alma está hecha de cuerpos diminutos y de principio mucho menores que los del líquido humor del agua, o de las nubes, o el humo (...), ahora, pues, que miras que el agua o el licor se derraman por todas partes cuando los vasos se agitan, y pues la niebla y el humo se disipan en el aire: yo creo que el alma también se pierde en el viento y perece en tiempo mucho menor y se disuelve con mayor rapidez en los cuerpos primeros, después que se ha escapado abandonando los miembros del hombre.
(...)
Y siendo así que la mente es una parte del hombre que permanece fija en un sitio determinado, tal como las orejas y los ojos y los otros sentidos que gobiernan la vida, y puesto que la mano, o un ojo, o la nariz no pueden, separadas de nosotros, sentir ni ser por ellas mismas, mas, al contrario, son absorbidas en muy pequeño tiempo, del mismo modo el ánimo es incapaz de existir por sí mismo, separado del cuerpo, y del mismo hombre, que es, por asi decirlo, como su envase, o algo por el estilo que quieras tú imaginar más ligado con él, y que dé idea de su íntima conexión.
Finalmente, las facultades vitales del cuerpo y del ánimo prevalecen y gozan de vida, unidas entre sí: en efecto, sin el cuerpo, aislada, la naturaleza del ánimo no puede realizar por sí misma movimientos vitales, ni tampoco el cuerpo durar y hacer uso de los sentidos, privado del alma.
(...)
Además, si el alma fuera de naturaleza inmortal y se introdujera en el cuerpo de los que nacen, ¿por qué no podemos hacer memoria de la vida anterior ni conservamos recuerdo de los sucesos? Porque, si la facultad del ánimo se muda hasta el extremo de perder la memoria de las cosas pasadas, ello no anda muy lejos, en mi opinión, de la muerte; y así es preciso decir que ha muerto la que hubo antes, y la que es ahora, ahora ha sido creada.
(...)
Finalmente, parece ya el colmo de lo ridículo que estén las almas atentas a los ayuntamientos de Venus y al parto de las bestias, y que, las inmortales, en número innumerable, estén esperando cuerpos mortales, y que disputen entre ellas con grande algarabía quién será la más digna de entrar primero: a no ser que tengan las almas pactos de tal manera arreglados, que, la que primero llegue volando, es la que entra primero, para que no haya violencias ni desacuerdos.
En fin, en el éter no puede estar un árbol, ni en la mar profunda subsistir las nubes. Los peces no viven en los surcos, la sangre no se encuentra en el bosuqe, ni la savia en las peñas. Se ha fijado y dispuesto un lugar para que cada cosa crezca y habite. De la misma manera, la naturaleza del ánimo no puede organizarse sola sin el cuerpo, ni tampoco estar lejos de la sangre y los nervios. (...) Porque, juntar lo mortal a lo eterno, y pensar que pueden sentir a una y obrar de común acuerdo, es un disparate.
(...)después de la muerte, no hay nada temible para nosotros, ni puede fraguarse desdicha para quien ya no existe, ni le importa a él haber nacido en una u otra época
(...)
¿Cuál es tu gran desdicha, oh mortal, para que te abandones sin medida a las penas y al llanto? ¿Por qué lloras y lamentas la muerte? Si tu vida pasada hasta el momento fue grata, si ni un solo placer se te ha escapado ni perdido de balde como lo que se confía a un vaso agrietado, ¿por qué no te retiras de la vida como lo haría un convidado satisfecho y, con espíritu ecuánime, te acoges, oh insensato, al seguro reposo? Y si por el contrario todos los placeres se te fueron de la mano y la vida te es una carga, ¿para qué buscas acumular lo que terminará otra vez en desdicha y perecerá sin provecho, en vez de ponerle fin a la vida y al sufrimiento?

Lucrecio

Fragmentos de De la vida bienaventurada

II. (1) No van tan bien las cosas humanas que sea lo mejor lo que agrade a los más; la turba es argumento de lo peor. Busquemos, por consiguiente, qué es lo mejor que ha de hacerse, y no lo que es más acostumbrado; y qué es lo que nos coloca en posesión de la felicidad eterna y no lo que agrada al vulgo, que es pésimo interprete de la verdad. Y llamo vulgo tanto a los que usan clámide como corona, porque no miro al color de los vestidos con que están vestidos los cuerpos.
III. (1) Busquemos un bien, que no lo sea tan sólo en la apariencia, sino sólido, igual y más hermoso por dentro; saquémosle de lo hondo. No está muy lejos; se encontrará; tan sólo es necesario saber a dónde se ha de extender la mano.
IX. (4) Preguntas: ¿qué buscas en la virtud? A ella misma. Porque no hay nada mejor y ella misma es su precio.
XIV. (1) quienes entregaron la supremacía al placer, carecieron de ambos (de la virtud y del placer), porque pierden la virtud y no son ellos los que tienen a la voluptuosidad, sino ésta a ellos, y se atormentan cuando les falta y se asfixian con su abundancia: si los abandona, son desgraciados y aún más si los abruma, como los que navegan por el mar de las Sirtes, que tan pronto se encuentran en seco como a punto de zozobrar por las corrientes. (...) así el que sigue a la voluptuosidad, pospone todas las cosas, descuida la libertad que es la primera, sacrificándola al vientre, y no se compra los placeres sino que se vende a ellos.
XXI. (2) Dice (el filósofo) que todo esto se ha de despreciar no para no tenerlo, sino para no tenerlo con preocupación; no echa estas cosas de sí, pero sigue tranquilo cuando se van.
XXIII (1) Deja, pues, de prohibir a los filósofos el dinero; nadie condenará a pobreza la sabiduría. Tendrá el filósofo copiosos bienes, pero ni quitados a nadie, ni manchados con sangre ajena, obtenidos sin injuria de nadie ni ganancias sórdidas
(2) El sabio no apartará de sí la benignidad de la fortuna, y del patrimonio honradamente adquirido ni se gloriará ni se avergonzará.
(5) Tendrá el bolsillo fácil, pero no roto, para que de él salgan muchas cosas sin que se caiga ninguna.
XXVI. (4) De nada estoy más convencido que de no doblegar a vuestras opiniones los actos de mi vida; soltad por todas partes vuestras acostumbradas palabras: no pensaré que injuriáis, sino que estáis balbuceando como niños desgraciados. (...) Vuestra opinión no me afecta por mí, sino por vosotros, porque odiar a los que reprenden y zaherir a la virtud es renegar de toda buena esperanza.
XXVII. (1) He aquí que Sócrates, desde aquella cárcel que purificó al entrar haciéndola más honorable que toda curia, grita: "¿Qué locura es esta, qué naturaleza es esta, enemiga de los dioses y de los hombres, que infama la virtud y viola lo sagrado con palabras malignas? Si podéis, alabad a los buenos, si no, dejadlos por lo menos; y si os agrada ejercer esta tétrica licencia, atacaos los unos a los otros. Pues cuando os enfurecéis contra el cielo, no digo que hacéis un sacrilegio, sino que perdéis el tiempo. (...) Nadie conoce mejor la dureza del pedernal como el que le hiere. (...) Lo que ataca a cosas firmes e inexpugnables ejerce su fuerza en mal suyo. Buscad, por tanto, una materia blanda y que ceda para clavar en ella vuestros dardos."
(4) ¿Es que estáis desocupados para escudriñar los males ajenos y censurar a los demás? "¿Por qué este filósofo habita con más holgura? ¿Por qué este otro cena más copiosamente?" Observáis los granos ajenos vosotros que estáis llenos de muchas úlceras. Es como si alguien hiciera irrisión de los lunares y verrugas de los cuerpos más hermosos cuando a él se lo come la más asquerosa sarna.

Séneca

jueves, 8 de julio de 2010

Caminos (Las enseñanzas de don Juan)

Cualquier cosa es un camino entre cantidades de caminos. Por eso debes tener siempre presente que un camino es sólo un camino; si sientes que no deberías seguirlo, no debes seguir en él bajo ninguna condición. Para tener esa claridad debes llevar una vida disciplinada. Sólo entonces sabrás que un camino es nada más un camino, y no hay afrenta, ni para ti ni para otros, en dejarlo si eso es lo que tu corazón te dice. Pero tu decisión de seguir en el camino o de dejarlo debe estar libre de miedo y de ambición. Te prevengo. Mira cada camino de cerca y con intención. Pruébalo tantas veces como consideres necesario. Luego hazte a ti mismo, y a ti solo, una pregunta (...): ¿tiene corazón este camino? Todos los caminos son lo mismo: no llevan a ninguna parte. Son caminos que van por el matorral. (...) ¿Tiene corazón este camino? Si tiene, el camino es bueno; si no, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte; el otro te debilita.

Carlos Castaneda, Las enseñanzas de don Juan, México, F.C.E., 2004, p. 149-150.

Para don Juan, hay 4 enemigos del "hombre de conocimiento": el miedo, la claridad, el poder y la vejez.

Wildest Dreams

IRON MAIDEN
[Smith / Harris]

I'm gonna organize some changes in my life
I'm gonna exorcise the demons of my past
I'm gonna take the car and hit the open road
I'm feeling ready to just open up and go

And I just feel I can be anything
That all I might ever wish to be
And fantasize just what I want to be
Make my wildest dreams come true

I'm on my way
Out on my own again
I'm on my way
Out on the road again

When I remember back to how that things just used to be
And I was stuck inside a shroud of misery
I felt I'd disappeared so deep inside myself
I couldn't find a way to break away my hell

When I'm feeling down and low
I vow I'll never be the same again
I just remember what I am
And visualize just what I'm gonna be

I'm on my way
Out on my own again
I'm on my way
Out on the road again

I'm on my way
Out on my own again
I'm on my way
I'm gonna breakaway