lunes, 31 de octubre de 2011

No hay en el mundo religión de tan sangrientos anales como el cristianismo.

Vemos a Hipatia, la gloriosa filósofa, despedazada por las turbas cristianas, y frente a ella se alza triunfante el fanatismo o la impudicia de Catalina de Médicis, Lucrecia Borgia, Juana de Nápoles e Isabel de España, presentadas a la vista del mundo como fieles hijas de la Iglesia. Verdaderamente impío es el idolátrico culto de María como diosa inmaculada cuando le acompañan semejantes ejemplos. Más valiera abolir el culto idolátrico y fomentar en su vez el de la virtud.

Madame Blavatsky, Isis sin velo, vol. III, Sirio, Málaga, p. 58.

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