viernes, 27 de agosto de 2010

Caín de Saramago


Yo no hice nada más que matar a un hermano y el señor me castigó, quiero ver quién va a castigar ahora al señor por estas muertes, y luego continuó, Lucifer sabía bien lo que hacía cuando se rebeló contra dios, hay quien dice que lo hizo por envidia y no es cierto, es que él conocía la maligna naturaleza del sujeto. Algo del polvo de oro soplado por el viento manchaba las manos de caín (sic). Se las lavó en un charco como si cumpliese el ritual de sacudirse de los pìes la tierra de un lugar donde hubiese sido mal recibido, se montó en el burro y se fue. Había una nube oscura en lo alto del monte sinaí, allí estaba el señor.

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Pensaba que el funcionamiento de la máquina del mundo dependía nada más que de tu voluntad, señor, Ya la ejerzo demasiado, y otros en mi nombre, por eso hay tanto disgusto, gente que me ha dado la espalda, algunos que llegan hasta el punto de negar mi existencia, Castígalos, Están fuera de mi ley, fuera de mi alcance, no los puedo tocar

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en mi opinión, si el señor no se fía de las personas que creen en él, no veo por qué esas personas tienen qie fiarse del señor, Los designios de dios son inescrutables, ni nosotros, ángeles, podemos penetrar su pensamiento, Estoy cansado de esa cháchara de que los designios del señor son inescrutables, respondió caín, dios debería ser transparente y límpido como cristal en lugar de este continuo pavor, de este continuo miedo, en fin, dios no nos ama, Él fue quien te dio la vida, La vida me la dieron mi padre y mi madre, juntaron carne con carne y yo nací, no consta que dios estuviese presente en el acto, Dios está en todas partes, Sobre todo cuando manda matar, un solo niño de los que murieron abrasados en sodoma bastaría para condenarlo sin remisión, pero la justicia, para dios, es una palabra vana, ahora hará sufrir a job por una apuesta y nadie le pedirá cuentas, Cuidado, caín, hablas demasiado, el señor está oyéndote y tarde o temprano te castigará, El señor no oye, el señor es sordo, por todas partes se le alzan súplicas, son los pobres, los infelices, los desgraciados, todos implorándole el remedio que el mundo les niega, y el señor les da la espalda, comenzó haciendo una alianza con los hebreos y ahora hace un pacto con el diablo, para esto no merece la pena que haya dios

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la felicidad en la tierra es en todo superior a la que se puede tener en el cielo


José Saramago, Caín

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