La lectura reemplaza al autoerotismo: la confusión entre sujeto y objeto revive, transmutada, en la pasividad de la lectura. En ella el sujeto puede al fin extenderse y mecerse como un objeto; en la lectura, el sujeto alternativamente se contempla y se olvida de sí, se mira y es mirado por lo que lee.
Octavio Paz,
Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe, p. 118.
No hay comentarios:
Publicar un comentario