Abraham Sánchez
Sucedió que una monja soñó que besaba y tomaba unos pezones duros y encendidos. Dios, al ver eso, la hizo despertar, y de castigo para frustrar su sueño, puso entre sus dedos, en vez de los ensoñados pezones, esas semillitas rosadas conocidas como piñones, con las que las monjas hicieron después exquisitos dulces.
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