Cuando Gershwin le pidió a Ravel que le diera clases, éste se negó, argumentando lo siguiente: «Usted perdería su gran espontaneidad melódica para componer en un mal estilo raveliano. ¿Para que quiere ser un Ravel de segunda, cuando puede ser un Gershwin de primera?»
Hay personas a las que tomar clases les resultaría contraproducente, no por el hecho de que aprender les afecte, pues eso siempre es bueno, sino porque existe el riesgo de que se enajenen de alguna manera. Muchas veces la educación se convierte en la imposición de ideas y hasta maneras de ser sobre el estudiante. Y eso, concretamente en el caso de un creador, es mortal.
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