El arte es un sistema burgués, como lo puede ser la ciencia. En sociedades no burguesas no se tenían estos conceptos, aunque hubiera música, poesía, inventos, conocimientos, no se concebían como arte o ciencia. En realidad, a estas alturas, es imposible volver atrás, además de que hacerlo no sería necesariamente provechoso.
Así pues, nos encontramos con el arte que es un sistema burgués, de dominación, donde el culto de la academia sobre todo en el canon occidental, ejerce el poder y determina qué es y qué no es arte. Las vanguardias de principios del siglo XX se opusieron a esto en mayor o menor medida. Algunos vanguardistas querían sacar al arte de las definiciones burguesas, instalarlo en las vidas de los no iniciados. Arte podía ser un mingitoro firmado, algo cotidiano y no solemne ni bello en el sentido clásico. Aprendieron también de los niños, que son creadores por naturaleza, para quienes la creación es parte del juego.
Pienso que ya que se entiende aún hoy en día al arte como producir algo bello, podríamos hacer arte y belleza más allá de las concepciones burguesas. De hecho eso sucede frecuentemente, pero no estamos concientes. Arte puede ser hacer de comer para un ser amado, aunque el platillo no sea una obra maestra de la gastronomía, aunque nadie lo considere así, no se le tome fotos ni quede ningún rastro de él. Es arte en tanto que es algo que crea belleza y es una experiencia que conmueve a los participantes. Si muchas veces no se valora, es otra cosa. Uno puede estar frente a una pintura de Picasso y no valorarla por no tener el decodificador, el contexto, o simplemente el gusto e interés. Pero esa obra es arte de cualquier modo.
Si nos dedicáramos a hacer arte de todos o muchos de nuestros actos más cotidianos, el mundo se convertiría en una especie de paraíso, descubriríamos que podemos ser genios aunque no hagamos un soneto, no toquemos un instrumento o no usemos pinceles. Y lo seríamos sin pretenciosidad, por amor al arte, al acto mismo. Sé que eso no sucederá a nivel masivo. Eso es una utopía. Pero sí puede despertarse poco a poco esa conciencia creadora y transformadora de la realidad.
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